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miércoles, 9 de marzo de 2022

Adolfo Madinabeitia

 

Adolfo Madinabeitia Merino

Montañero alavés nacido en Salvatierra (Agurain) el 4 de enero de 1959. Es uno de los máximos especialistas del big wall o escalada de grandes paredes. Este consagrado bigwallero y guía de montaña profesional, cuenta con importantes rutas en Yosemite ("The nose", "Salathé", "Zodiac", o "Wyoming sheep ranch" en El Capitán o la "Regular" al Half Dome), en Venezuela (la tercera integral de la "Ruta de los japoneses" del Salto del Ángel) y el propio Karakorum (el Pilar de los Noruegos de la Gran Torre del Trango o el intento al Amin Brakk en 1996).

En 1986 llevó una gran actividad en el Yosemite de Estados Unidos (ha realizado 9 vías en El Capitán, incluida una de dificultad A5+); entonces escaló The nose, Salathé y, con el madrileño Jesús Gálvez, realizó la primera nacional al Ocean Pacific wall en El Capitán, además de la Regular al Half dome. En 1988, de nuevo con Gálvez, consigue la primera nacional a Iron hawk y en solitario Zodiac, ambas en El Capitán. En 1989, con Gálvez en Venezuela completa la tercera absoluta de la Ruta de los japoneses del Salto del Ángel y juntos abren A poco no al Tepuy Kukenan.

Un año después, trazan la primera directa al Salto del Ángel (A4), la catarata de mayor caída del mundo, con 1.000 metros de desnivel. Intenta el Everest, en 1990 por la cara SO. y en 1993 por el pilar sur. En 1991, en el Karakorum, asciende con Mikel Berasaluze y el alavés Antonio Miranda el Pilar de los Noruegos a la Gran Torre del Trango.

En 1992, de nuevo en Yosemite, escala Zenyatta mondatta, en la primera repetición nacional a un A5 en El Capitán. En 1995 con Juan Miranda Mescalito, la primera nacional de Lost in America (A5) y, Wyoming sheep ranch (A5+), también primera nacional. En 1996, junto con Lazcano y Tamayo, un intento de nueva ruta al Amin Brakk, en el Karakorum, para el programa "Al filo de lo imposible" de Televisión Española.

El escalador aguraindarra Adolfo Madinabeitia con André Vancampenhoud, saltador BASE venezolano.


Posteriormente, Adolfo Madinabeitia y Juan Miranda culminaban la segunda vía completa al imponente Amin Brakk (Pakistán, 5.850 metros), a la que han bautizado como "Namukor" (1550m, 6b+, A5). Tras 31 días colgados en la pared y envueltos en una fuerte tormenta de intenso aparato eléctrico, los dos alpinistas se convertían en la segunda cordada cimera de este colosal big wall del Karakorum.

También junto a Juan Miranda, en septiembre de 2002, corona cuatro vías extremas en Yosemite; especializados ambos en la modalidad de big wall, regresaron de Yosemite tras conseguir cuatro prestigiosas vías en la pared de "El Capitán" (juntos hicieron el Jolly Roger, y en solitario Juan Miranda Ocean Pacific Wall y Adolfo el Sea of Dreams).

Antton ANASAGASTI ARANA
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte


EXPEDICIÓN CERRO AUTANA 2010. ADOLFO MADINABEITIA

25/03/2010

Adolfo Madinabeitia, Henry Gonzalez, y Andre Vancampenhoud lanzaban a principios de año la expedición Cerro Autana 2010, un interesante proyecto para escalar en un impresionante Tepuy de la selva venezolana, Las cosa no han ido todo lo bien que cabría esperar, pero han sabido sobreponerse.


El alavés Adolfo Madinabeitia y los venezolanos Andre Vancampenhoud y Henry Gonzalez querían escalar el Cerro Autana, un Tepuy situado en medio de la selva venezolana. Hablamos de una de esas historias en las que el viaje, la aproximación y lo desconocido del entorno es tan incierto como la escalada en si. Como dice el propio Madinabeitia "aproximación a machetazos" Es el dominio de la llamada víbora tres pasos, no hay que explicar que significa el nombre, si te pica, tres pasos, y caes fulminado...

La leyenda india dice que el mundo comienza cuando el Dios Wahari crea a los indios Piaroa. Para poblar y dar fertilidad a la tierra, Wahari corta el árbol de la vida, el Kuawai, para que éste derrame todos sus frutos sobre la tierra. De dicho árbol, sólo permanece el tronco cortado, que nosotros, los extranjeros, llamamos Cerro Autana. (podeis verlo en la primera foto de este reportaje)

Y de esta forma tan bonita comienza esta historia..

Pero como si de una película se tratase, los indios Piaroas, pobladores de la zona, han decidido que no permiten el paso de extranjeros, aconsejados por sus chamanes, y la expedidción que con tanto esmero habían preparado ha tenido que cambiar totalmente de planes. Lejos de rendirse Adolfo y Andre han abierto una nueva vía de 650 metros, 7a y A3+. Y todavía siguen por allí...
Reproducimos la historia que nos ha enviado amablemente Adolfo:

Cerro Autana 2.010

aupa!!

Ya estoy de vuelta en Caracas. Todo estupendamente!! El viaje ha ido "in crescendo"
Empezamos con la incertidumbre que genera el cambio del objetivo que conocemos nada más llegar a Caracas el día 15 de febrero. De ir a escalar al Autana, idea que fue truncada por un episodio de violencia doméstica mezclado con la superstición e influencia de los chamanes de la localidad de Ceguera (cerca al autana) pasamos a poner los ojos en la zona del Macizo de Chimanti (Amuri, Acopan...)


Cambiando de planes

Al principio salió como buena opción el Salto de Amuri que es una cascada de un Tepuy que hace un fortísimo desplome.

Al aproximarnos por avioneta a la localidad de Yunec, punto de partida para esos tepuyes, vimos que la roca de la pared del salto no seducía lo suficiente como para hacerse un porteo de 40 kms hasta su base. Durante ese vuelo archivamos varias zonas de paredes que en días sucesivos fuimos a escrutar.

Al final nos dimos cuenta que la mejor opción era el Tepuy Acopan, tanto por la longitud de sus paredes como por la calidad.

Tocaba ahora elegir la línea. En esta zona hay como unas 10 rutas abiertas por diferentes grupos internacionales. La mayor parte de ellas rondan entre los 250 y los 350 metros, y sólo 3 de ellas: la polaca "mistery", la inglesa "pizza, chocolate y cerveza" y la germana "el purgatorio" superan los 600 metros subiendo a las zonas más altas del Tepuy.

Todas ellas escaladas por un mínimo de tres personas, llegando el caso de que algunas fueron muy numerosas. Tan acostumbrados están los indígenas a las expediciones multitudinarias que cuando veían que nosotros éramos sólo dos la pregunta era inevitable: " ¿ustedes son sólo dos??" y una sonrisa con cierto aire burlón brotaba de sus labios.

Llegaron unos días de un cierto cansancio mental producido por el cambio de planes y el esfuerzo de pasar de una idea a otra sin tiempo para asimilar la fustración. Y sobre todo una pena interior: el tener que renunciar al cerro Autana, un sueño de hacía 21 años.
Después de varias ideas iniciales, la opción que prefería André se veía como la más estética. (al final teniendo una perspectiva desde dentro de la pared de todo el conjunto estoy convencido que fué todo un acierto)

Estuvimos tres días porteando todo lo necesario desde el campo base a la pared al tiempo que cada día solucionábamos un largo de cuerda.

Noches agradables tumbados sobre el bloque favorito en una zona de sabana. Largas conversaciones de salto base, tepuys, la vida... Observando las luciérnagas hasta quedar dormidos, para volver a cerrar el círculo: fuego, desayuno, orden y de nuevo paseo de hora y media hasta la pared.

Llegamos a una distancia de 90 metros del suelo y una vez ya convencidos que ese era el camino correcto decidimos dejarnos ya de tantos paseos del campo base a la pared. Nos tomamos un día de descanso que empleamos en visitar los Conucos (cultivos) y los que llamábamos laboratorios de fabricación de casabe (pan de Yuca) y echar un último vistazo desde afuera a la pared antes de meternos definitivamente en ella.


Y por fin a la pared...con el gen navarro.

El día 2 de marzo a la tarde nos fuimos con el último porteo a vivir a la pared. Dormimos ya a una cierta distancia del suelo, a salvo del mundo que se respira abajo en la jungla.

A todo esto llevábamos ya unos cuantos díaas André y yo sólos, viviendo otra realidad al margen del mundo. Sin una baraja de cartas, juego, aparato musical o libro. Se me hacía ya extraña la dependencia del móvil. Todas las preocupaciones que hasta llegar aquí eran tan importantes para mi vida dejaron de serlo. Y todo de repente se volvió sencillo: había que navegar nada más y el juego por sobrevivir, hacer un trabajo fino y llegar arriba se convirtió en el único objetivo.

Al empezar la escalada le pregunté a André "¿Cómo te encuentras, cojes la cabeza de cuerda?? "

La respuesta fué: "factor Pelucas", tu escala todo lo que desees, dale hasta que no aguantes más y cuando llegue ese momento te cojeré el relevo. A esta oferta uno se crece, le sale de adentro ese gen navarro que nos domina y uno se dice ¿cómo que no?? Tengo 51 años, me conozco, sé que me encuentro de subidón y pocas veces me había encontrado tan fuerte tanto físicamente como mentalmente. Nunca se me ha ofrecido la oportunidad de abrir una ruta completa para mí solo. Eso sí, con una buena asistencia como la que significa tener al lado a un tipo con experiencia y criterio como es André.

Y fuimos alejando la distancia que nos separaba con el suelo. La vida se tornó sencilla. Antes de amanecer los silbidos de diferentes pájaros, a los que se iban sumando las guacharacas, pájaro campana, el herrero, los aullidos de los monos y un sobrecogedor coro de tigres mariposa que por su intensidad debían de estar en pleno celo. Unos pájaros más parecidos a cazabombarderos nos pasaban con un vuelo rasante por el costadillo que casi nos producían vértigo.

Después el desayuno, la estrategia del día, la puesta en marcha. Unas galletas, pastilla de chocolate y unos cacahuetes al bolsillo y vuelta al trabajo hasta una hora prudencial para que la noche nos pillase lo más cercanos a la hamaca donde íbamos a dormir.

El colibrí con su vuelo y su sonido particular en forma de chasquido y vibración, se acercaba tanto que parecía querer libar en el orificio de la oreja. Las abejas, bien pesadas ellas, no muchas, pero constantemente pegadas a nosotros hasta que alguna terminaba entrando por el pantalón o camiseta y todo acababa en un picotazo y un manotazo reflejo.

Para mitad de pared todo se fué animando, ya nos salían los chistes, aplicábamos estrofas de Ruben Blades a las diversas situaciones.

Terminando el 6º largo una tormenta se nos acercó a toda velocidad. Las nubes se movían a una velocidad de espanto y la lluvia nos hizo recoger antes de tiempo. Pasamos el día siguiente sin poder salir de la hamaca y el síndrome del baltoro hizo aparición en los sueños. ¿cuanto durará esto?? Un día de descanso y nos vuelve a sorprender un precioso día. El sol volvía a machacarnos a primera hora y resolvimos dos largos que nos dejaban bien posicionados a la altura del gran techo.
Buscamos un punto por donde superarlo sin excesivos problemas y donde salió un largo en artificial de A3+. Los largos siguientes se dejaban hacer en libre y de nuevo una tormenta nos devolvió al cobijo de la repisa de la reunión 9. Los rayos estaban a nuestra altura y nos invadió la sensación de estar entregados a la suerte. Al final mantuvo la distancia y nos ofreció un tremendo espectáculo.


Buscar agua, toda una aventura. De nuevo el gen navarro.

Al día siguiente salimos hacia arriba llegando a un punto donde ya había que tomar la decisión de mover las hamacas para prepararnos para la jugada final. Antes de hacerlo buscamos remedio a una preocupación creciente: el agua. Andábamos ya justos y se sentía un punto de deshidratación. En la travesia de las bromelias en el largo 9 ,donde pasamos un par de noches, me lancé en busca de unas escorreduras que caen 15 metros a la izquierda nuestro. Con unas botellas vacías y una bolsa de plástico, paso a cuatro patas por encima de una vegetación pinchuda que amenaza cor irse abajo conmigo encima. Con paciencia lleno 10 litros, lo suficiente para no torturarnos más. Barra libre!! podremos beber lo que queramos y hasta lavarnos bien los brazos y las manos. Viendo a través de la luz, el agua contenía líquenes, palitos y algunos gusanitos y arácnidos buceadores que terminaron seguro en nuestros intestinos.

La ruta se iba desarrollando en libre casi todo protegido por friends y aliens, y ocasionamente por alguna clavija.

El día 8º de escalada llegamos a un punto donde la vegetación nos superaba por su espesura y provocaba después de tanto trabajo dudas de poder llegar a la cumbre.


De nuevo el "gen navarro" mekawen!!! Un recorrido sinuoso con unos tramos en artificial sobre gancheos artificiales para empalmar con otros en libre, terminan con un largo deambular que duró 8,5 horas de trabajo para superar un largo de 75 metros con 5 rivets intermedios hasta llegar a un punto donde se vislumbraba el final de la pared.

¡Suelta todo y sube!! Nos veíamos ya fuera de la pared. Subo el petate, grabo en vídeo. Voy a tomarle un plano desde otro ángulo a André que estaba llegando arriba. Salto de una piedra a otra olvidándome que estoy atado. Me paro de repente en el aire y como el coyote de los dibujos animados comienzo un vuelo de cabeza hacia el abismo de 10 metros. "hola, vaya hostia me he pegado, venía a recibirte" menos mal que me he quedado en el aire sin llegar a dar con la cabeza en el suelo.

Recogemos el material por si llueve y buscamos una repisa a cubierto para pasar la noche.

Al día siguiente amaneció muy nublado pero poco a poco las nubes se fueron despejando dejando lugar al fabuloso paisaje que buscábamos en la cumbre. ¡Vaya suerte poder estar aquí arriba!! Nos dimos un buen recorrido de 4 horas disfrutando de la vegetación, los pájaros, las vistas sobre la Sabana y haciendo fotos.

A mediodía después de comer iniciamos el descenso por la misma ruta para lo cual fuimos dejando de antemano casi todas las reuniones equipadas con dos parabolts y en dos zonas en travesía y fuertemente desplomadas unas cuerdas fijas para facilitarnos el regreso con los petates. Un nuevo vivac en la R9 y el día 12 de marzo llegabamos al suelo. Los tigres no nos salieron a recibir... olíamos mucho más fuerte que ellos.

Al día siguiente un nuevo porteo a recoger el último viaje de material y a la tarde estábamos disfrutando de la compañia de los indígenas Pemones en Yunec. Pasamos otro día tranquilos, preparando los equipajes para la avioneta y haciendo el dibujo de la ruta.

Al final salió una ruta de 650 metros catalogada de 7a A3+ con 16 largos de cuerda de los que sólo tres son en escalada artificial. Y con el gustazo de haberme hecho todos ellos en cabeza de cuerda.

El lunes mientras me bañaba en el río apareció la avioneta trayendo un grupo numeroso de alemanes. Ya de vuelta el piloto le pregunta a André si conoce a Roberto. -Si responde él, ahora iremos para su casa- Roberto murió ayer en un accidente de moto.

Llegamos a Santa Elena de Uairen. La gente estaba muy dolida por la noticia de Roberto ya que era un tipo muy conocido.

Terminamos la noche con unos amigos a golpe de cervezas y canciones.

Hoy jueves ya de vuelta en Caracas el tema ya es otro. La violencia y la peligrosidad de las calles es el monotema que ocupa cualquier conversación. Para el martes que viene una vez descansados esperamos volver a la gran sabana de nuevo enlazando con el viaje de unos amigos de André que van al Roraima y aprovecharemos a escalar una ruta de Kurt Albert llamada escaleras al cielo y para que André salte en paracaidas desde su borde ya que no lo ha podido hacer en Acopan por lo complicado del descenso para una persona solo con los petates.

Una bonita excusa para salir de esta jungla.
Un beso muy fuerte.
Hasta pronto
Adolfo


Adolfo Madinabeitia y Juan Miranda, a por el "Reticent Wall"

Miércoles, 18 de septiembre de 2002

Los escaladores vascos han decidido ampliar su tour por los big walls de Yosemite con esta nueva vía de alta dificultad, tras haber completado tres de las grandes rutas del valle californiano: “Jolly Roger”, “Océano Pacífico” y “Sea of Dreams”


Los especialistas en Big Wall tienen su meca en las paredes de Yosemite.


Los escaladores Adolfo Madinabeitia y Juan Miranda han decidido retrasar su vuelta a casa y quedarse en el valle de Yosemite una semana más de lo que tenían previsto para llevar a cabo la cuarta de una serie de escaladas en la zona, según informa Mendiak eta Herriak.



Los especialistas en Big Wall tienen su meca en las paredes de Yosemite

Madinabeitia y Miranda han decidido intentar el Reticent Wall, una de las grandes vias graníticas de El Capitán, la pared más famosa de la meca del Big Wall: el valle californiano de Yosemite.


Los días 15 y 16 Septiembre portearon comida y material al pie de la pared y ayer, día 17 Septiembre se lanzaron a la escalada, comenzando la vía sin previa instalación de ningún largo. Calculan ocho o nueve días de escalada para completar esta exigente ruta, aunque en última instancia dependen del tiempo. Si bien hasta anteayer lucía el sol y las temperaturas se mantenían suaves, el pronóstico metereológico anuncia un empeoramiento para los próximos días.


El Capitán, símbolo de Yosemite

El proyecto que llevan a cabo los escaladores, conocido como Yosemite 2002, había dado sus frutos: Tras la "Jolly Roger", abierta como A5 aunque luego decotada, escalaron sendas grandes vías en solitario. Mientras Juan Miranda escaló la exigente "Océano Pacífico", en la pared del mismo nombre, Madinabeitia completó "Sea of Dreams", en el Capitán. En principio, lo conseguido hasta el momento es más que suficiente como para que volvieran a casa satisfechos, puesto que se trata de una actividad de big wall de altísimo nivel. Sin embargo, los tres días pasados por los dos escaladores junto al océano, que habían reservado para descansar de las jornadas pasadas en pared y para recuperar, sobre todo, el sobre esfuerzo y las magulladuras en los dedos, han bastado para que no tengan tanta prisa por volver a Euskadi y decidan que, tal vez, podían quedarse y llevarse algo más de un viaje ya más que fructífero. El regreso a casa de los dos escaladores alaveses estaba previsto para el día 27 de septiembre, pero el regreso definitivo va a depender lógicamente de cuando terminen esta nueva ruta. De esta manera, Madinabeitia y Miranda mantienen a tope el nivel, después de dejar boquiabiertos a propios y extraños con la apertura de la vía Namkor en el Amin Brakk (una de las agujas de más de 5.000 metros del Karakorum), en el año 2000.


El Capitán, símbolo de Yosemite
Adolfo Madinabeitia, Maurice Herzog y Alberto Iñurrategui en el 2003- foto de Desnivel


El "Mundo perdido" de Madinabeitia


El escalador de Agurain abre una complicada vía de 650 metros en estilo libre en el Akopan Tepui de Venezuela, tras una escalada de once días pegado a una pared en plena selva amazónica y rodeado de peligros.

Borja Lazkano
Lunes, 2 de Agosto de 2010

El venezolano André Vancampenhoud y el escalador de Agurain Adolfo Madinabeitia han abierto una complicada vía de 650 metros en estilo libre en el Akopan Tepui de Venezuela (A.M.)

Es un sitio único en el mundo" . La vegetación y la fauna de la selva amazónica dejaron impresionados a Adolfo Madinabeitia hace ya 21 años cuando junto a Jesús Gálvez abrió una espectacular vía en el impresionante Salto del Ángel, una pared de mil metros de verticalidad situada en Venezuela.

Desde entonces, por la cabeza de este escalador gasteiztarra rondó la idea de volver y abrir nuevas vías en cualquiera de los muchos tepuis, montañas características de este país suramericano rodeadas de impresionantes paredes y coronadas por una meseta, que existen en la zona.

Una aventura sin igual. Espectacular, especial y al alcance de muy pocos. Sólo apta para elegidos y Madinabeitia lo es. Por eso, por mucho que la modestia del genial escalador vitoriano le impida hablar de sus logros como grandes gestas, ésta que culminó el pasado invierno junto a su amigo André Vancampenhoud lo es.

Ha tenido de todo. Y es que la aproximación y lo desconocido del entorno eran antes de partir tan inciertos como la escalada en sí. Vuelo en avioneta para visionar la zona elegida, travesía por la selva, sustos por las inclemencias del tiempo, sufrimiento por la falta de agua y un complicado reto de escalada que les tuvo once días colgados de una pared vertical de 650 metros de dificultad 7a+, para abrir en estilo libre una vía en el tepui venezolano de Akopan es lo que han vivido el gasteiztarra y su compañero de cordada.

Pioneros además. Por eso, el alavés y el venezolano tuvieron el privilegio de bautizar la ruta como Mundo perdido por el libro de Arthur Conan Doyle, que como rememora el propio Madinabeitia "basa su historia en aquellas cumbres". Un sitio especial. Así lo ve el vitoriano. "Allí existe una vegetación que no existe en otros lugares. La cima alberga zonas de jungla, bosques, vegetación muy baja, plantas carnívoras, en la que tienes la sensación de estar en un lugar extraño, del que en cualquier momento podía salir un dinosaurio. Es un sitio único en el mundo", repite. Es el Mundo perdido.

Conflicto entre los indígenas


Lo suyo le ha costado al alavés conquistarlo. Para empezar este no era el reto inicialmente previsto cuando se embarcó en esta aventura el pasado mes de febrero. Madinabeitia partió hacia Venezuela con la idea de escalar el Cerro Autana, la espina que se le quedó clavada en 1989 cuando le denegaron el permiso para subir hasta allí.

Entonces tuvo que cambiar de objetivo sobre la marcha y descubrió la cascada del Salto del Ángel. Pues bien, en esta ocasión le ha sucedido otro tanto de lo mismo.


Vía del Salto del Angel en Venezuela abierta por Adolfo Madinabeitia

El ambiente con los indígenas estaba un poco revuelto y se estaban produciendo ciertos episodios de violencia, lo que obligó a los dos escaladores a cambiar de objetivo. Tras el "chasco" inicial, Madinabeitia y Vancampenhoud orientaron rápidamente sus miras hacia los tepuis que se encuentran en el Macizo de Chimantá.

La idea inicial era escalar el Salto de Amuri, que es una cascada de un tepui que hace un fortísimo desplome. Sin embargo, una vez visionado el terreno durante la aproximación en avioneta a la localidad de Yunec, punto de partida para esos tepuis, lo descartaron ya que no tenía la dificultad suficiente ni el encanto que ellos esperaban. "La pared del salto no seducía lo suficiente como para hacerse un porteo de 40 kilómetros hasta su base. Durante ese vuelo archivamos varias zonas de paredes que en días sucesivos fuimos a escrutar y al final nos dimos cuenta que la mejor opción era el Tepui Acopan, tanto por la longitud de sus paredes como por la calidad".

Ese era el reto. Comenzaba la aventura. Primero, la selva amazónica. Una aproximación a "machetazos" como dice el propio Madinabeitia en el dominio de la víbora Tres pasos. Madinabeitia aclara el por qué de dicho nombre: "No hay que explicar mucho qué significa; si te pica, tres pasos, y caes fulminado...".

Llegaba la hora de la verdad. Ellos dos solos además. Algo único. De hecho, todas las expediciones que se hacen por la zona están formadas por al mínimo tres personas e incluso un buen número de ellas son muy numerosas. El propio escalador vitoriano lo constata. "Tan acostumbrados están los indígenas a las expediciones multitudinarias que cuando veían que nosotros éramos sólo dos la pregunta era inevitable: "¿ustedes son sólo dos?" y una sonrisa con cierto aire burlón brotaba de sus labios".


Madinabeitia y Vancampenhoud no se amedrentaron ante las reticencias que tenían los indígenas sobre el éxito de su expedición. De hecho, en tan sólo tres días portearon todo el material necesario desde el campo base hasta la pared. Comenzaba la aventura. A disfrutarla de pleno. El paraje y el reto que tenían ante sí invitaban a ello. Madinabeitia así lo refleja en su diario. "Noches agradables tumbados sobre el bloque favorito en una zona de sabana. Largas conversaciones de salto base, tepuis, la vida. Observando las luciérnagas hasta quedar dormidos...".


ADOLFO ABRE TODA LA VÍA

El descanso del guerrero. Momentos para recuperar fuerzas y cargar pilas con las que afrontar lo que se les venía encima. Y es que una vez superados los preparativos previos les quedaba un duro reto por delante: una pared muy complicada y muy vertical, en la que Adolfo, por gentileza de su compañero, tuvo el privilegio de abrir la vía desde la tarde del 2 de marzo. "Al empezar la escalada le pregunté a André "¿Cómo te encuentras, coges la cabeza de cuerda?". La respuesta fue: tu escala todo lo que desees, dale hasta que no aguantes más y cuando llegue ese momento te cogeré el relevo".

Pues bien, Madinabeitia no dio opción y aprovechó la gentileza de su compañero de cordada para ir en cabeza todo el tiempo. El veterano escalador de Agurain demostró que todavía está hecho un auténtico titán y abrió la ruta de principio a fin. "Nunca se me ha ofrecido la oportunidad de abrir una ruta completa para mí solo. Ante una oferta así uno se crece, le sale de dentro ese gen navarro que nos domina y uno se dice ¿cómo que no? Tengo 51 años, me conozco, sé que me encuentro de subidón y pocas veces me había encontrado tan fuerte tanto física como mentalmente".

Dicho y hecho. Madinabeitia y Vancampenhoud alcanzaron la cumbre el día 10 después de ocho jornadas de un intenso trabajo, con algún que otro sobresalto, en el que completaron una ruta de 650 metros, catalogada 7a+ con 16 largos de cuerda de los que sólo tres fueron en escalada artificial.


Atrás quedó una experiencia increíble, que Madinabeitia disfrutó de principio a fin gracias a un entorno de película. "Antes de amanecer disfrutábamos de los silbidos de diferentes pájaros, a los que se iban sumando los aullidos de los monos y un sobrecogedor coro de tigres mariposa que por su intensidad debían de estar en pleno celo".

Una fauna de otro mundo. Un Mundo perdido, que tuvieron la ocasión de sentir muy de cerca. "Unos pájaros más parecidos a cazabombarderos nos pasaron con un vuelo rasante por el costadillo que casi nos producían vértigo", relata el escalador vitoriano.

Eso sí. Durante su escalada no todo fue disfrute. Los dos alpinistas vivieron momentos de tensión por culpa de las inclemencias del tiempo y la falta de agua. "Hubo una tormenta eléctrica que nos dejó acojonados". Un buen susto. Eso sí, el agobio subió cuando comprobaron que se les acababan las reservas de agua. "Hacía mucho calor y se consumió demasiado rápido. Andábamos ya justos y se sentía un punto de deshidratación", comenta Madinabeitia. Al menos, por fortuna para ambos, pudieron encontrar un torrente cerca de uno de los tramos que estaban escalando donde pudieron reponer unos cuantos litros.

DIFICULTADES Y SUSTO EN LA CIMA

Un problema superado, pero todavía les quedaba más de la mitad de la pared. Un trabajo complejo por delante por la dificultad de alguno de sus largos. Por ejemplo, en el tramo final cerca de la cumbre donde aumentaron las complicaciones. "Llegamos a un punto donde la vegetación nos superaba por su espesura y provocaba después de tanto trabajo dudas de poder llegar a la cumbre". ¿Dudas? A Madinabeitia le volvió a salir el gen navarro. "Qué no subimos, mecagüen" se dijo para sus adentros y sí que subieron. Eso sí, lo suyo les costó completar los 75 metros de ese último largo.

"Ocho horas y media estuvimos trabajando ese tramo".

Al menos lo superaron. Cumbre. Final feliz. Sí, pero cuando parecía que ya no podrían llegar más sobresaltos, Madinabeitia se llevó un nuevo susto. Mientras el escalador vitoriano estaba grabando a su compañero desde otro punto de la pared intentó saltar de una roca a otra sin percatarse de que aún seguía atado, por lo que a mitad del trompicón la cuerda le dejó clavado en el vacío. "Me paro de repente en el aire y como el coyote de los dibujos animados comienzo un vuelo de cabeza hacia el abismo de diez metros".

Al menos, cuando parecía que se iba a dar un buen talegazo contra un saliente, la cuerda le sujetó y amortiguó ligeramente el golpe. Adolfo se tomó el percance con buen humor antes de saludar a André. "Hola, vaya hostia me he pegado, venía a recibirte. Menos mal que me he quedado en el aire sin llegar a dar con la cabeza en el suelo", se felicitó en la conversación mantenida entonces con su compañero de cordada, mientras disfrutaban de la cumbre.

Lo hicieron y mucho. De hecho, se quedaron a pernoctar allí y al día siguiente se dieron un paseo de cuatro horas en el que disfrutaron de "la vegetación, los pájaros y las vistas sobre la Sabana", mientras hacían fotos. Madinabeitia se sentía un privilegiado. "¡¡Vaya suerte poder estar aquí arriba!!", se dijo. Fue el final de una de sus grandes aventuras como las vividas en su día en el Gran Capitán en Yosemite (Estados Unidos) o hace seis años cuando el mal tiempo le hizo desistir de su intento en la Torre Sin Nombre del Trango en el Karakorum después de 17 días colgado en la pared.

Ahora, el reto ha tenido un final feliz. Madinabeitia ha abierto nuevos horizontes. El gasteiztarra ha encontrado el Mundo perdido.

l La aventura. 
Viaje en avioneta para inspeccionar el terreno, travesía por la selva a machetazos, en una zona virgen en la que se encuentra la peligrosa víbora "Tres pasos", ya que "si te pica, das tres pasos y caes fulminado...".

l La pared. 
650 metros, catalogada 7a+, con un total de 16 largos, de los cuales sólo tres fueron en escalada artificial.

l Sustos. 
Una fuerte tormenta eléctrica, la falta de agua y una caída desde más de diez metros cuando Adolfo ya estaba en la cumbre alteraron la aventura del dúo de escaladores.

l Dificultades. 
Ocho días en la pared y cuando estaban llegando a la cima la vegetación les superaba por su espesura, lo que les complicó un último largo, que tardaron ocho horas en completar.

LA METEO MANDA
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Karakorum vertical

Actividad nacional en el grupo del Trango, con Adolfo Madinabeitia y Araceli Segarra, y progreso ruso abriendo vía en la oeste del Amin Brakk.

Miércoles, 14 de Julio de 2004 
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El escalador alavés Adolfo Madinabeitia ya se encuentra perfectamente está instalado a los pies de la Torre Sin Nombre. Tanto, que además de haber montado el campo base, gracias a su incansable trabajo y el de tres porteadores de altura, ha subido ya a la base de la pared (5.100 m), donde ha dejando un depósito de material al pie de la Piola al Pilar oeste (1.100 m, 6c/A4), su línea de ascensión.

Las condiciones meteorológicas han sido favorables a su llegada a las Catedrales de la Tierra, lo que ha facilitado su rápida progresión. Tanto, que Adolfo fijaba para ayer (13 de julio) el inicio de su solitario intento a la Torre Sin Nombre, que sería, de culminarse, la primera ascensión absoluta sin compañía a esta estética cima del Karakorum. De momento, si el tiempo lo permite, el alavés entraría por dos tiradas de 6b/A2 y 6a, que le llevarían a fijar cien metros de cuerda, hasta la repisa donde plantará la hamaca del primer campamento en pared.


La Torre Sin Nombre, objetivo en solitario de Adolfo Madinabeitia

BIBLIGRAFIA Y FOTOS TOMADAS DE:

Revista DESNIVEL – Desnivel.com
Landher.net
Noticias de Alava.com
Exploravenezuela.org
Diario del alto Aragón
Mendiaketaherriak.com


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