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miércoles, 4 de mayo de 2022

BEATAS Y BEATERIOS DE AGURAIN - ULA

 


BEATAS Y BEATERIOS DE AGURAIN

Monasterio de ULA ó UHULA 

   Los beatarios pueden ser considerados como una de las primeras formas de vida consagrada femenina no institucionalizada. Así como los eremitorios eran forma de vida cristiana sobre todo para los hombres, los beatarios serían para las mujeres.

    En la denominación de beatas se incluyen, aunque con matices diferentes, las sororas, seroras, freylas, freiras y terciarias. Llevaban una vida austera, bajo el mismo techo, asociadas en comunidad.

 Alday Otxoa de Olano, Josu M.  “la vida consagrada en la provincia de Alava”, pag. 27





    Entrar a ser serora dice el Padre Larramendi, “es tomar estado, lo mismo que entrar a ser monja y sería terrible escándalo en el país, si después de serora se casara alguna de ellas. El nombramiento de ellas se hace con público instrumento por los patronos de las parroquias y ermitas.

    Visto el nombramiento pasa el obispo a hacer información de “vita et moribus”, de su edad y partidas necesarias, y despacha el título en forma, que les cuesta muy bien, para que tomen la posesión de la seroría y perciban los emolumentos que se acostumbran y que les pertenecen.

    Entran a seroras, dando su dote, como si entraran monjas, y la dote es mayor o menor, según la iglesia es mayor o menor y más o menos sus emolumentos.

     Visten algún hábito de religión, que comúnmente es de San Francisco, Santo Domingo, del Carmen calzado o descalzo.. Su ministerio es atender a la decencia y limpieza de la iglesia, tenerla bien barrida, limpios los altares, y toda la ropa blanca de ellos. Cuidar de las lámparas, de que arda siempre la que alumbra el Sacramento y apagar y encender las otras en tiempos sabidos. Cuidar del ceremonial particular de las mujeres en entierros, funerales, procesiones y otros actos de la iglesia.

     Salir guiando las del duelo de la casa del difunto a la iglesia y acabada la función volver a la misma casa, en cuyo zaguán y calle vecina se detienen todos, hasta que, rezando algo por el muerto, dice la serora su “Requiescat in pace”.

 Larramendi Manuel, “Coreografía de la muy noble y leal provincia de Guipuzcoa” año 1754

 


   Las beatas eran mujeres laicas que vestían hábito y se dedicaban a la oración, al trabajo y a ejercer tareas de asistencia social. No vivían en clausura ni profesaban votos como las religiosas, aunque algunas alcanzaron fama de santidad. Habitaban en su propio domicilio o en una casa en común con otras beatas, es decir, en los beaterios.

   Estas comunidades tienen un origen muy antiguo; de hecho, se pueden remontar al mismo origen del cristianismo. Pero la época de mayor desarrollo de las beatas se dio en la Baja Edad Media.

 



   El fenómeno de las beatas y de los beaterios hay que vincularlo a una forma específica de vivir la religión por parte de muchas mujeres, distinta  de la fórmula más convencional y establecida en las órdenes religiosas con reglas y en monasterios y conventos. Las beatas vivieron de lleno las nuevas formas de religiosidad relacionadas con la Devotio Moderna, es decir, el individualismo religioso, el interiorismo y el espíritu evangélico.

    En los beatarios franciscanos vivían al estilo de las comunidades religiosas haciendo vida regular, a veces con votos, profesando la regla de Santa Isabel. Hacían de sacristanas, bien acogidas por el pueblo, socorridas con limosnas y defendidas en caso de violencia y agresión. Bien consideradas también por las autoridades civiles y eclesiásticas, las familias más distinguidas tenían a bien que alguna de sus hijas entraran en el beatario. Muchos de los conventos anteriores al siglo XVII, proceden de un beatario antiguo.

    No hubo villa o población en el País Vasco de alguna importancia en siglos pasados, que no haya gozado de algún beatario, pero uno los casos más curiosos es el de Agurain donde llegaron a existir hasta cuatro que eran:  

 Monasterio de Nuestra Señora de Ula (Agurain) en la actualidad convertido en caserío

 Beatario de Nuestra Señora de Ula

   La casa ermita de Nuestra Señora (1258) puede considerarse como la más antigua de cuantas iglesias o ermitas ha tenido la Villa de Agurain a lo largo de la historia.

   Ula (Uhulla, 1.025; Huhulla, 1.060; Uhula, 1258, Yula, 1286; Ocuhula, 1296 fue una pequeña aldea de la Cofradía de Arriaga hasta que pasó por cesión de esta, al rey Alfonso X, según convenio del 18 de Agosto de 1258, junto con Agurain, Sallurtegui, Arrizabalaga, Ligardara, Alangua y Opacua.

    Ula fue cedida por el rey con todos sus derechos a montes, pastos, árboles, hierbas, prados y aguas; con todas sus entradas y salidas, con sus vasallos y pertenencias. En 1270 pasó a pertenecer a la villa de Agurain, según privilegio del rey Alfonso X dado en Vitoria el 2 de Noviembre.

     Por documentación literaria sabemos  que en el año 1.060 existía ya la ermita-monasterio como iglesia parroquial, pero que en manos de gente laica como iglesia propia. Los hijosdalgos fueron los señores de ella en tiempos en que la aldea no fue realenga, pasando después a depender directamente del Concejo y Ayuntamiento de Agurain, que nombraba su administrador para que cuidara de ella y de sus propiedades y estuviera preparada para el culto y honor de Nuestra Señora.

   Hubo un tiempo en que fue atendida por unas beatas, convirtiéndose de esta manera en el primer beatario de la Villa. Se sabe que estaban allí en 1446, acogidas a la regla de Santa Isabel.

    Marina Díaz de Santa Cruz “beata de nuestra Señora de Ula junto con sus compañeras” ofrecía unos datos interesantes de su presencia en dicha ermita-monasterio al hacer un informe de lo que los Señores Justicia y Regimiento les habían otorgado para el sustento de todas las beatas y hacer las labores de heredad: romper, labrar, segar y recoger el agosto.

  Pagaron los gastos “con el trabajo de tejer y con otros aprovechamientos que hemos tenido mediante el trabajo de nuestras personas yo y mis compañeras y con ayuda de las buenas gentes”.

  Al poco tiempo, las beatas de la ermita-monasterio pasaron al beatario de San Pedro, quedando en Ula algunas mujeres para el servicio de la ermita, llamadas sororas, freiras y freilas, sucesoras en cierto sentido de las antiguas beatas. 


   No duraron mucho tiempo, ya que en 1620 el obispo Pedro González del Castillo. Por decreto del papa Paulo V ordenó y mandó

 “que de aquí en adelante en las Iglesias y lugares sagrados de este nuestro obispado no haya mujer alguno con título de Freira o Sorora, que haga oficio de sacristana, y las que hubiese sean quitadas y removidas de las dichas Iglesias”.

   Ausentes las beatas y sororas, la casa ermita quedó tan abandonada y en unas condiciones tan penosas que ni los propios caseros podían vivir en ella, pidiendo insistentemente que fuera renovada y se pudiera decir misa (1695).

  La ermita se mantuvo en buen estado hasta finales del siglo XVIII, al menos, según se recoge en las Visitas de 1759 y 1764.ordenándose en 1799 que se sacasen los arcones de grano que se guardaban en ella.

    Subsiste la estructura de la iglesia proto-gótica, hoy convertida en vivienda, establo y pajar. Es de una nave, que debió tener cubierta de madera sobre arcos ligeramente apuntados; ábside semicircular con moldura a un tercio de su altura y canecillos; se cubre el ábside, al que se accede por el arco triunfal apuntado, con bóveda de horno.

 En el lado de la Epístola existe una ventana románica con arcos semicirculares y portadita en este mismo lado en arco apuntado simple.

   Actualmente se encuentra integrada en el caserío del mismo nombre, pero en su origen era la parroquia de una aldea que se despobló por estas fechas.

 Josu Mª Alday Otxoa de Olano – La Vida consafrada en la provincia de Alava, pag. 30 y 31

 

  La ermita de Santa María de Ula fue donada a la villa por Alfonso X en 1270. Hoy en día es una vivienda, un caserío, pero aún conserva su planta rectangular con ábside semicircular cubierto por bóveda de horno. Tuvo que tener cubierta de madera. La imagen titular es una graciosa Andra Mari, en colección particular.

 Antigua ermita de Nuestra Señora de Ula

   Según lo pagado en la Reja de San Millán, en el año 1.025, Uhulla era uno de los núcleos de mayor población de nuestro entorno.

   Contribuía al monasterio, dentro del Alfoz de Barrandiz, con dos rejas anuales de tributo.

  En el año 1060, por donación de un noble llamado Munio, el “monasterio” de Santa María de Ula se anexionó al de San Juan de la Peña, monasterio situado en pleno pirineo aragonés.

    Munio había edificado el monasterio  “ad placente de illos barones de Alava”, es decir con el beneplácito de los “Señores de Alava”, predecesores, seguramente de los “Cofrades de Alava”.

    En el año 1.085, Fortunio el último y más conocido obispo con sede en Armentia, renunciaba a sus derechos episcopales sobre Ula a favor del monasterio aragonés.

   Este Obispo provenía del monasterio de Leyre y siempre permaneció en la órbita de Pamplona. Fue a Roma hacia 1.072 a defender ante el Papa Alejandro II la validez del rito hispánico. Murió hacia 1.087 y con él desapareció, no sin tensiones el Obispado de Alava, absorbido por el de Calahorra, y la liturgia tradicional hispánica fue sustituida por el nuevo rito romano.

  En el año 1.258, es decir, dos años después de recibir Agurain, ahora puebla de Salvatierra su fuero de manos de Alfonso X, el mismo monarca recibe de los señores de la Cofradía varias aldeas que dona a las villas de Vitoria y Salvatierra.

  A la Villa de Salvatierra le corresponden siete, siendo una de ellas la aldea de Ula. En el año 1.270 el mismo soberano donó al Concejo de Salvatierra el monasterio de Ula, para que éste le ayudara a amurallar la Villa.

  En el año 1.305 Fernando IV confirmó esta donación incluyéndose, entre heredamientos de Ula, los monasterios de Langarica, Yraçaba y Soriella.

    Según consta en 1.446 atendían la ermita las beatas de San Pedro, acogidas a la Regla de Santa Isabel, Posteriormente pasaron a Salvatierra.

  Al Noroeste de Salvatierra – Agurain y próximo a la Villa se encuentra el Caserío de Ula y dentro de él los restos de la antigua ermita de Santa María, que en origen fue la parroquia del lugar.

   Fue construida en la primera mitad del siglo XII y se adscribe al románico tardío. Al este del complejo labriego se proyecta la cabecera, formada por un ábside semicircular con moldura a un tercio de su altura y una línea de canecillos soportando la cornisa.

   Consta de una sola nave, que pudo tener cubierta de madera sobre arcos ligeramente apuntados. Se cubre el ábside, al que se accede por arco triunfal apuntado, con bóveda de horno.

  Un ventanal románico con arcos de medio punto en el muro sur, junto con canecillos lisos y el arco apuntado simple de su antigua portada completan los testimonios de este antiguo templo medieval.

    La ermita se mantuvo en buen estado hasta finales del siglo XVIII, según se deduce de lo recogido de las visitas de 1759 1764.

   En el año 1799 se ordenó sacar de allí los arcones de grano que se guardaban en ella. La última referencia a esta ermita sobre su situación se produce en el año 1.910, cuando se menciona por su evidente deterioro. 


Las beatas de Nuestra Señora de Ula y de Nuestra Señora de Arana

   Las beatas, así como los beaterios fueron una institución en Euskal Herria durante el siglo XVI y en muchos casos fueron el embrión de algunos conventos actuales.

     El acceso a estos beaterios lo hemos encontrado en la documentación de la ermita de Hula, cuya precisa ubicación nos es conocida gracias a que todavía se conservan algunos vestigios cerca de Agurain, se trata de una ermita muy antigua, ya que fue donada por Alfonso X a Salvatierra en 1270, con el nombre de Yhula, donación que confirmó Sancho IV el 28 de Abril de 1286.

    Sin duda, estos antecedentes históricos justifican que se señale la Villa de Salvatierra como patrona de esta ermita, y que ella acapare todas las competencias en los asuntos referidos a sus beatas, sin que en ningún caso hagan la más mínima alusión a las autoridades eclesiásticas.

   Cuenta Florencio Arza que este silencio pudo deberse a que durante el siglo XVI hubo un vacío legal que subsanó el obispo Pedro Manso de Zuñiga (1593-1612), quien en el Libro III, capítulo 5 de sus Constituciones Sinodales de 1.601 dispone lo siguiente:

  “Que las hermitas ni casas cerca de la Yglesias no pueda aver mas de una sorora o frayla y que hedad ha de tener y qual ha de ser su oficio”.

    Pero, en ningún caso, Salvatierra podía sustraer a los decretado, porque esta villa no podían entrar visitadores (por aquí no pasó ni el mismísimo licenciado Gil), privilegio que renovó al ganar un pleito sobre el asunto en 1619.

 AHPA – Escribano Juan Ochoa de Arrizala, protocolo 2162, f. 26. 


COMUNIDAD DE BEATAS DE ULA

    En esta ermita residía una comunidad de beatas, en las que se podía integrar cualquier candidata que solicitara el ingreso a la Justicia y Regimiento de la Villa, que reunido en sesión plenaria, estudiaba la solicitud antes de que un escribano allí presente levantara la correspondiente acta de reunión con las cláusulas de obligado cumplimiento por parte de la candidata, sin que hayamos localizado ningún caso en que una candidata haya sido rechazada.

    Aunque, tal y como sigue contando Florencio Arza, también contaban las influencias que la aspirante tenía entre los miembros del Concejo. Así después de vista la solicitud de Marina de Santa Cruz, en la escritura de aceptación del 27 de Septiembre de 1587, re reconoce que se la admite por dos motivos:

“..Aviendo visto su voluntad y por ser hija de quien hera…”

 AHPA, Escribano Martín de San Roman, protocolo 5319, ff 186-187.

   Otros padres dispusieron en su testamento la dote necesaria para que sus hijas pudieran acceder a este oficio. Por ejemplo, Catalina Fernández de Vicuña al mostrar sus últimas voluntades el 4 de Mayo de 1597, reserva una cláusula para ordenar el pago correspondiente. De esta manera, antes de morir, vio cumplida la promesa (e ilusión particular) de que su hija Marina ingresara de beata en Nuestra Señora de Hula:

   Yten, declaro que a my me tienen ofrecido deudos y parientes que darán horden de que con sólo dar yo la ropa blanca que sea costumbre, entrarán por beata a mi hija Marina en la devota casa de Nuestra Señora de Hula cuyo patrón es esta Villa, con la manda de las diez fanegas de trigo que a cada una de mis hijas mandó mi tío Diego Martínez de Oquerruri, difunto”.

  Es mi voluntad que siendo así, le dé la dicha Marina, mi hija, entre por religiosa en la dicha casa de Nuestra Señora de Hula”.

 AHPA. Escribano Martín García de Zuazo, protocolo 5002, f.55

 

   Contaba Arza Alday que las condiciones de vida a las que estaban sometidas estas criadas, como las de estas ermitas se pueden ver suficientes elementos para concluir que no eran nada atractivas.

  Para empezar debían estar disponibles las veinticuatro horas del día: “fuesen sus criadas así de día como de noche”.

 Ante este cúmulo de razones tan poco favorables a las criadas podemos entender que Juan García de Zuazo sea quien promueva como beata de la ermita de Ula a “Madalena Martínez de Adana su criada “quizás porque es consciente que va a disfrutar de unas condiciones de vida que él como patrón no le podía ofrecer.

   Prueba de ello es que actúa con una diligencia tal que no se explica si no se sintiera urgido ante lo que pudiera ser una oportunidad única, que tal vez nunca más se le volviera a presentar a su criada de forma y manera de que él mismo se hace cargo de todo, desde presentar la solicitud de admisión al Concejo de la Villa alavesa de Salvatierra –Agurain, a correr con el pago de la dote exigida, que si comparamos con las abonadas por otras candidaturas resulta ciertamente abusiva, nada más y nada menos que “quarenta ducados luego pagados, y sus vestidos, y su ropa y axuar..”

 Arza Alday, oc. Pag. 170.

AHPA Escritura de la entrada de Magdalena Martínez de Adana como beata en la ermita de Nuestra Señora de Ula de Salvatierra Agurain, e inventario de la dote entregada.

Escribano Martín de San Román. Protocolo 5319, ff. 186-187

   Estas beatas reclaman para sí una identidad propia que se fundamenta en su condición de legas, como se aferran las de Salvatierra – Agurain, por eso desde el mismo momento en que presentan su candidatura tienen muy claro que sus aspiraciones coinciden con un modelo perfectamente definido que es el que encaran sus futuras compañeras:

 beata, mera, lega y libre, como heran las demás beatas que avía y abia avido en la dicha devota casa de Ula..”

 AHPA – Solicitud de admisión de Marina Díaz de Santa Cruz para la devota casa de Nuestra Señora de Ula de Salvatierra – Agurain.

Escribano Martin de San Román, protocolo 5315 . f. 246

   Y no estaba de más que todas ellas manifestaran que querían ver cumplidos sus deseos en estos términos tan precisos, pues les permitían diferenciarse de las que entonces estaban afincadas intramuros, quienes después de haber experimentado su propia evolución pasaron a convertirse en las “beatas profesas de San Pedro”, así llamadas porque desde 1622 profesan la Tercera Orden Regular de Penitencia o de Santa Isabel

 Uribe Angel, “Asentamiento y expansión de la Orden de Santa Clara en el País Vasco en AIA, nº 54, 213-214, 1994, pag. 233-255, pag. 246.

 Memoria de las Cuentas de la Ermita de Ula, de los años 1602 a 1605, presentados a Salvatierra por Marina Diaz de Santa Cruz, beata

Memoria, 6 folios – OLIM: Ermita de Ula nº 28

1 de Agosto de 1602 – 1 de Agosto de 1606

AMS – Caja 39 nº 7

    Existía un gran número de las candidatas a beatas hijas de viudas. En tales casos, madre e hija interpretarán la admisión de la hija como un favor impagable al que corresponderán con una disposición absolutamente servicial expresado en el besamanos, no en vano la deuda de gratitud que iban a contraer, la misma que nunca se termina de pagar, es la única contrapartida que pueden ofrecer madre e hija:

 “me hagan merçed de admitirme por veata a Marina Fdernandez de Leçeta , mi hija en la casa y hermita de Nuestra Señora de Ula como señores y patrones que son de la dicha casa en nombre de esta villa, que hazer la admisión servirán a Nuestro Señor e yo quedaré obligada al serviçio de vuestras merçedes y de esta villa cuyas manos beso”.

 A.M.S – Admisión de Marina Fernández de Lecea como beata de la ermita de Ula hecha por el gobierno y regimiento de la Villa de Salvatierra – Agurain en vista de su petición y que cuenta con el preceptivo permiso paterno. Caja 35. Doc. 14

 HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE ULA 

1.     Nuestra Señora de Ula: la casa ermita de Nuestra Señora de Ula puede considerarse como la más antigua de cuantas iglesias o ermitas ha tenido la Villa a lo largo de la historia. Ula (Uhulla, 1.025; Huhulla, 1.060; Uhula, 1.258; Yula, 1.286; Ocuhula, 1.296), fue una diminuta aldea de la Cofradía de Arriaga hasta que pasó, por cesión de ésta, al rey Alfonso X, según convenio del 18 de agosto de 1258, junto con Agurain, Sallurtegui, Arrizabalaga, Ligardara, Alangua y Opacua.

Ula fue cedida al rey con todos sus derechos a montes, pastos, árboles, hierbas, prados y aguas; con todas sus entradas y salidas, con sus vasallos y sus pertenencias.

     En 1270 pasó a pertenecer a la villa de Agurain, según privilegio del rey Alfonso X dado en Vitoria el 2 de noviembre.

 Año 1564 – Se arreglan las cerraduras de las puertas de Santa María, San Juan y Hula pues no se podían abrir, el 2 de Octubre de 1564 y el 16 de Noviembre se paga a los encargados de abrir y cerrar las puertas 300 mrs.

AMA. C- 425-4

   Por documentación literaria sabemos que en el año 1060 existía ya la ermita-monasterio como iglesia parroquial, pero en manos de gente laica como iglesia propia. Los hijosdalgos fueron los señores de ella en tiempos en que la aldea no fue realenga, pasando después a depender directamente del Concejo y Ayuntamiento de Agurain, que nombraba su administrador para que cuidara de ella y de sus propiedades y estuviera preparada para el culto y honor de Nuestra Señora.

   Hubo un tiempo en que fue atendida por unas beatas, convirtiéndose de esta manera en el primer beaterio de la Villa. Se sabe que estaban allí en 1446, acogidas a la regla de Santa Isabel. Marina Díaz de Santa Cruz "beata de nuestra señora de Ula junto con sus compañeras" ofrece en 1601 unos datos interesantes de su presencia en dicha ermita-monasterio al hacer su informe de lo que los señores Justicia y Regimiento les habían otorgado para el sustento de todas las beatas y hacer las labores de la heredad: romper, labrar, segar y recoger el agosto.

    En total: diez reales, seis fanegas y media de trigo, media fanega de centeno y cuarta y media de lenteja. En la cosecha de agosto se recogieron, de las heredades que estaban sembradas:

                        - 24 fanegas de trigo

                        -  2     "            de lenteja

                        -  2  "      de arbeja prieta

                        -  8  "      de avena

                        -  1  "      de trigo recogida de limosna

                        -  1  "    de trigo del arriendo en Zuazo

                        En el acarreo y la trilla lo hicieron a cuenta de la paja. Habían pagado y gastado lo siguiente:

                        - 7 reales a Mateo López de Salazar, boticario, por cosas de botica

                        - 7 reales por una bara de paño para adrezar las sayas de las beatas

                        - 30 reales por los alquileres de 12 jugadas, a dos reales y medio por cada una

                        - 11 reales gastados en carne y vino

                        - 2 ducados por siete carros de leña

                        - 7 reales por siete libras de aceite gastados en el alumbrado

                        - real y medio por el arreglo de unos zapatos

 

                        A todo esto había que añadir los cinco cuartos de trigo pagados a los clérigos de la iglesia de Santa María por misas de aniversario y los ocho reales pagados a los dichos clérigos por las completas. Pagaron todos estos gastos "con el trabajo de tejer y con otros aprovechamientos que hemos tenido mediante el trabajo de nuestras personas yo y mis compañeras y con ayuda de las buenas gentes".

                 Al poco tiempo, las beatas de la ermita-monasterio pasaron al beaterio de San Pedro, quedando en Ula algunas mujeres para el servicio de la ermita, llamadas sororas, freiras o freilas, sucesoras en cierto sentido de las antiguas beatas.

                 No duraron mucho tiempo, ya que en 1620 el obispo D. Pedro González del Castillo, por decreto del Papa Paulo V ordenó y mandó "que de aquí en adelante en las Iglesias y lugares sagrados de este nuestro obispado no haya mujer alguna con título de Freira o Sorora, que haga oficio de sacristana, y las que hubiese sean quitadas y removidas de las dichas Iglesias".

                     Ausentes las beatas y sororas, la casa ermita quedó tan abandonada y en unas condiciones tan penosas que ni los propios caseros podían vivir en ella, pidiendo insistentemente que fuera renovada y se pudiera decir misa (Año 1695).

                  El cabildo eclesiástico solía bajar a Ula la víspera de Navidad para celebrar la misa cantada y otros actos religiosos.

 En 1689, la casera María de Beydacar, dio al ayuntamiento 8 fanegas de trigo por la renta anual. Y se pagaron 340 maravedís a Joseph de Ocharan, carpintero, por el trabajo de retejar el tejado.

 Decía Herike Knörr: Que existía un fenómeno en la clase de apellidos aguraindarras antiguos: Se trata, por ejemplo del apellido de la casera de Ula, en el siglo XVII, llamada María Saenz de Beydacar. Creo que no es muy arriesgado suponer que el apellido “behi-dacar” (“trae la vaca”) quizás significando riqueza (o es una apellido irónico)

                 En 1699, Juan de Madina, maestro carpintero, retejaba el tejado y componía la cruz de alabaca que estaba caída.

                  En 1705 la casera hizo arrendamiento de casa y heredades. El ayuntamiento pagaba en 1706 una puerta principal para la ermita.

                   En la sesión del ayuntamiento del 5 de agosto de 1710 se determinó arreglar el tejado y fabricar un horno en la casa, todo a costa de propios de la Villa.

                  En 1713 se pagaron 1.122 maravedís a Juan de Garaicoechea, tejero, por dos carros de teja que se trajeron para la ermita; 323 m. a la casera María Sáez, por la conducción de dos carros de teja; 544 m. a Sebastián Fernández de Lecea, vecino de Andoain, por un carro de tablas que trajo para la ermita; 1.054 m. a Martín de Zufia, por seis oficiales, a 5 reales, y 1 real de entengas que puso en componer la ermita.

                   En 1724, el casero Urbano Ochoa de Heguilleor, cobraba 8 fanegas de trigo por la renta anual.

                    La ermita se mantuvo en buen estado hasta finales del siglo XVIII, al menos, según se recoge en las Visitas de 1759 y 1764, ordenándose en 1799 que se sacasen los arcones de grano que se guardaban en ella. Subsiste la estructura de la iglesia protogótica, hoy convertida en vivienda, establo y pajar.

 Visita del año 1799 del Libro de Fábrica de Santa María de Salvatierra, pag. 128, 129

   En la Villa de Salvatierra a catorce de Septiembre de 1799, el Ilmo. Señor Don Francisco Mateo Aguiriano por la Gracia de Dios Obispo de este obispado de Calahorra y Lacalzada, Señor de la Villa de Arnedillo visitada la Iglesia de Santa María se halló todo con limpieza y aseo. 

    Igualmente se visitó la Hermita de Nuestra Señora de Ula, cuyas paredes necesitan de un reboque y blanqueo.

   En el interior de esta hermita se vió un arcón que sirve para guarda de granos con irreverencia y además existen en custodia otras dos arcas de la casa inmediata que se manda a SY. Que sin la menor dilación se quiten de dha. Hermita dos arcones y arcas, que se blanqueen y compongan sus paredes las paredes, que en adelante no se custor¡die en ella cosa alguna que no corresponda a lugar sagrado y quando se diga Misa se adorne su altar con tres manteles, cruz con crucifijo, sacras y demás necesario, pena de veinte ducados y con apercibimiento a lo demás que en derecho haya lugar.

                    Es de una nave, que debió tener cubierta de madera sobre arcos ligeramente apuntados; ábside semicircular con moldura a un tercio de su altura y canecillos; se cubre el ábside, al que se accede por arco triunfal apuntado, con bóveda de horno. En el lado de la Epistola existe una ventana románica con arcos semicirculares y portadita en este mismo lado en arco apuntado simple.

  Bibliografía:

Archivo Municipal de Agurain

Archivo del Obispado de Gasteiz

 Geografía General del País Vasco- Navarro de Vicente Vera

 Cosas de Salvatierra de Fortunato Grandes

 LA VIDA “MORAL” EN AGURAIN -  SALVATIERRA           EN LOS SIGLOS XVII Y XIX

JESUS MARIA ALDAY OTXOA DE OLANO- Misionero Claretiano de Agurain

 La vida consagrada en la Provincia de Alava Josu Mª Alday Otxoa de Olano

 Catalogo monumental de la Diócesis de Vitoria

 Salvatierra Parroquias, capillas y ermitas de José María de Azcarate y Ristori.

 Florencio Arza Alday : El oficio de beata en Salvatierra-Agurain (Álava-Araba) en el siglo XVI

 Azkarate Ristori, J.M. 1982, pag. 173.

Lopez de Guereñu, Gerardo, 1962, pag. 380, Alava solar de arte y de fé

Palacios Mendoza, Victoriano 1998, pag. 343 y 344, Patrimonio arquitectónico en la cuadrilla de Salvatierra

Portilla Vitoria, Micaela J. 1991, pag. 80 – Camino de Santiago por Alava

López de Ocariz Alzola, JJ. 2002, pag 107 – Salvatierra - Agurain

 

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