1821
LEVANTAMIENTO DEL CLERO EN AGURAIN - SALVATIERRA
AÑO 1821
La
localidad de Salvatierra fue el escenario de un importante levantamiento
realista promovido por el clero contra el régimen constitucional. A primeros de
marzo de 1821 se pidió al Ayuntamiento de Bilbao destacamentos de 15 milicianos
con otros tantos cazadores del regimiento de León para que se reuniesen en
Otxandiano.
Esto se debió a que se había levantado José
Ignacio de Uranga, al frente de 1.500 hombres. Sin embargo, el Ayuntamiento de
Bilbao no accedió a ello por considerar que no se cumplían ciertos artículos
del reglamento de milicias. Posteriormente, se accedería a tales peticiones. El
día 24 hubo un pequeño encuentro entre la tropa y milicianos de Bilbao y los
insurrectos en Otxandiano con el cura Merino.
El día 25
se ordenó que la tropa se replegase hacia Bilbao con el fin de proteger esta
Villa.
La insurrección fue vencida en Salvatierra. [E. J. L.: «H. G. S. B.», t. VIII,p.82-84
Fracasados
pequeños intentos de rebelión en Alava, como el de Labastida por el cura
beneficiado Don Antonio Amurrio, en Febrero del año 1821, surge un importante
brote en
Aunque éste
nuevo foco fue apagado, las consecuencias de la derrota de los realistas traerá
a
“El Jueves
Santo de este año de 1821, según costumbre, se ha reunido el Ayuntamiento de
esta Villa (Salvatierra) con el objeto de hacer las estaciones, y conforme los
individuos de él, iban llegando a
La fuerza que
ha entrado en esta villa, reunida a la de la misma, ha publicado en las calles
y plazas, gritando ¡Viva la religión!, ¡Viva el Rey!, ¡Muera
El oficio está firmado por Juan López de Opacua en Salvatierra el 19 de Abril de 1821.
Como
“principales conspiradores” se citan los nombres de:
“Don Nicasio Velasco a quien la opinión pública
señalaba como principal conspirador. Don Pedro Barrio, Don Cristóbal de Ugarte,
Don José de Asteguieta, Padre Acebedo, fraile franciscano, el padre Tobalina y
Don Gregorio Luzuriaga, abogado”.
Como jefe
militar de la insurrección estaba al frente de las fuerzas militares el
subteniente José de Uranga.
En cuanto en Vitoria se tuvo noticia del levantamiento,
“se tomó el impremeditado y funesto acuerdo, de enviar a Salvatierra al coronel Don Fermín Salcedo, con veinte soldados, veinte milicianos, y veinte miñones con 26 caballos, insignificante fuerza, que apenas dio vista a Salvatierra, se vió arrollada por más de 800, que la destrozaron en desigual combate, retirándose a Vitoria con grandes pérdidas, en hombres y caballos, que muertos y prisioneros quedaron en poder de los envalentonados realistas” (Ibid, 455).
Don José de URANGA
“Subteniente y cabo entonces del Resguardo
montado de la expresada villa de SALVATIERRA, el día 19 de Abril de 1821
habiendo reunido en un momento, pasados de dos mil Realistas, y colocado al
frente de ellos, fue el primero que en el Reyno, levantó el grito de ¡Muera
Inmediatamente arrestó a varios
eclesiásticos y seculares partidarios del sistema constitucional, e hizo
prisioneros a una Compañía entera de Voluntarios Nacionales, compuesta de individuos
de la mencionada Villa y pueblos de su circunferencia, despojándola de sus
armas, vestuarios y municiones.
Este glorioso suceso que fue un vivísimo
estimulante para que
Estuvo en su casa, y un día, después de
celebrada
Pero al regreso halló para colmo de
desgracias, despojada la casa de los mejores y más preciados efectos que tenía
en ella.
Salvatierra 27 de Noviembre de
1823.
Archivo Diócesis de Calahorra – Vicaría de Salvatierra.
Fue pues, Uranga el jefe militar de ésta
rebelión aún cuando no “el primero que en el Reyno levantar el grito de ¡Muera
Uranga encontró en el clero de Salvatierra y
sus alendaños, activos cooperadores en el sedicioso empeño. Este clero se lanzó
con ímpetu y celo, a desarraigar la cizaña constitucionalista en los trigales
de Dios.
La aventura pascual del cabecilla Uranga,
tuvo un fin rápido y desastroso. Aunque no se posee una documentación sobre la
sucesión de los choques bélicos, o escaramuzas que sin duda se dieron entre
realistas y constitucionalistas. Tan sólo aparece en los papeles históricos el término de
“Ventas de Sumillas”, brizna deleznable, y sin duda exigua, del conjunto de
operaciones que debieron de llevarse a cabo, para limpiar las gavillas de
“facciosos” que se irguieron en Salvatierra, y contra las que se concentraron
fuerzas extraordinarias.
Serván afirma que:
“salió una expedición secreta de esta Villa de Vitoria a las dos de la madrugada compuesta de mil hombres con tres cañones, a las ordenes del Brigadier Don Joaquín Rivacoba, a la que no hizo frente Uranga, que se retiró con cuatrocientos de los suyos en dirección de Guipúzcoa”.
“evacuó de noche Salvatierra,
evitando el encuentro con los constitucionalistas, pero perseguido y alcanzado
por 140 voluntarios de Cataluña cerca de Ochandiano, fue batido y derrotado con
grandes pérdidas”.
“Seguí su alcance –escribe en
parte oficial dirigido al General de Alava y firmado por Fernando Alvarez
Sotomayor- y en la venta de Gomilaz completé su derrota, logrando su total
dispersión, después de haberlo muerto 25 hombres y hecho prisioneros como setenta, cogiéndoles
cinco caballos, un cajón de cartuchos y un gran número de fusiles, bayonetas y
escopetas.
El escribano Ortiz de Pinedo murió en la
refriega.
EL CABECILLA URANGA HUYE A SANTA CRUZ
URANGA, más diestro que sus subordinados
en asuntos guerreros, huyó tras la derrota a uña de su caballo a Santa Cruz de
Campezo, donde instalará su Cuartel General, dejando entre las manos de los
enemigos, un número de prisioneros, entre los que se cuentan, sacerdotes
regulares y seculares que se unieron al movimiento sedicioso, y cuyas
vicisitudes narraremos después.
No eran sólo militares y escribanos los
jefes de la guerrilla. Una partida sediciosa estaba dirigida por el cura Don
Martín García, que lo era de Santa Cruz de Campezo, que fue disuelta, y otra,
que quedó en pie, estaba dirigida por el cura Don Isidoro Salazar.
“ que luego de destruir la lápida de
Archivo Diocesano de Calahorra. Ibidem 458-459.
FOCOS DE INSURRECCION
Lo que es preciso resaltar aquí, es que los
focos insurrecciónales se multiplicaban, y se extendían con extremada
celeridad. El amago de guerra civil era patente: la acción sacerdotal a favor
de ésta también. Ante esto el Jefe Político cerca del Prelado:
“Ilmo. Señor:
Las deplorables ocurrencias de esta
provincia, precisamente en los días consagrados a la solemnidad de los más
santos misterios de nuestra religión, han realizado desgraciadamente y con
excesos los funestos presentimientos, que me vi obligado a manifestar a V.S.I.
en mi carta del día 10 de Mayo.
Los Ministros de un Dios de paz, fomentando
la guerra civil. Los pastores mismos convertidos en lobos de su rebaño…¡ O
ceguedad de dolor!. Pero lejos de mí el afligir el sensible y cristiano corazón
de V.S.I. con el cuadro espantoso de horrores y desgracias que han procurado
llamar sobre un país modelo siempre de virtudes sociales, un número demasiado
grande de eclesiásticos, ilusos, corrompidos,
o ambiciosos, que se han afanado por sustituir el imperio de sus errores
al imperio de la verdad y de la ley.
Echando un velo sobre todo lo pasado, en
cuanto no sea necesario tener presente para cortar iguales sucesos en lo
futuro, me limitaré pues a incluir a V.S.I. una lista de Eccos seculares y
regulares, que han tenido una parte activa y ostensible, en la rebelión de
SALVATIERRA y otros pueblos de esta provincia, con una nota calificatoria de
los delitos o desórdenes que cada uno ha
cometido, y cuya prueba, con circunstancias agravantes sería fácil de hacer,
con arreglo a las leyes.
Al remitir a V.S.I. esta lista, mi objeto es
promover el castigo que la vindicta pública, reclama altamente, contra los que
prostituyendo su ministerio y santidad, han conspirado o ayudado a los
conspiradores en sus infames tentativas, evitarles el ser perseguidos…alejarles
de la mira de los buenos, cuyo celo se irrita, y de las familias a quienes su
presencia recuerda la pérdida dolorosa de sus hijos, hermanos y esposos
seducidos y alucinados por ellos; en fin, poner un freno a los sacerdotes
díscolos y disidentes, que estuvieran dispuestos a imitarlos comprometiendo el
honor y buen nombre de muchos ilustrados, y dignos Eclesiásticos.
La justicia, el amor de la patria y de la
humanidad, el deber de mi servicio, el decoro y la dignidad del carácter sacerdotal
que no podría enos que resentirse del escándalo que habían de ocasionar, tanto
número de Eccos procesados, y el
conocimiento del mejor efecto que producirían los castigos hechos por V.S.I. me
han sugerido la idea de poner en su noticia, estas consideraciones para que
haga de ellas el uso que crea más conveniente. Dios, etc..
Vitoria a 27 de Mayo de 1821 Manuel de
Aneja a esta carta va la lista de clérigos que tomaron parte en las revueltas de SALVATIERRA:
“Lista de Eclesiásticos seculares y
regulares de
SECULARES
Don Esteban de SALAZAR,
Presbítero Beneficiado de SUBIJANA (Alava). Abandonando sus obligaciones, se
unió a los facciosos y ha andado ocho o nueve días en su compañía.
Don Manuel VICUÑA, Beneficiado
de ZUAZO DE SALVATIERRA, Instigador de la juventud, para que tomara las armas y
se uniese a los facciosos de SALVATIERRA, en cuya conspiración ha tomado parte,
desde muy a los principios
Don Ramón
VICUÑA, Beneficiado de ZUAZO DE SALVATIERRA. Hermano del anterior, auxiliador
suyo tan eficaz que tiró el primer tiro, en la tarde del Jueves Santo, por
defender a uno de los cabecillas de los rebeldes ó facciosos, que iba a ser
preso por los miñones.
Don Manuel
de LUZURIAGA, Cura de ELBURGO. También instigador metido en el complot de
sedición, éste cura era cuñado del cabecilla Trifón Ortiz de PINEDO, a quien daba
avisos durante la permanencia de éste en SALVATIERRA, a cuyo pueblo asistió el
día de Sábado Santo por la mañana con otros conspiradores.
Don Agustín
de ELGUEA, cura de ERENCHUN. Instigador, confidente del cabecilla Pinedo, que
se unió a los facciosos abandonando su Iglesia.
Don Pedro
VELEZ DE MENDIZABAL, Cura de LUZURIAGA. Instigador de la sedición, fue causa de
la que se manifestó en su pueblo el Jueves Santo y condujo a los jóvenes a
SALVATIERRA.
Don Francisco de UGALDE, Beneficiado de HEREDIA. Instigador de los sediciosos en el pueblo de DALLO; salió con ellos a hacer fuego a los milicianos nacionales de Vitoria a donde se retiraban el Viernes Santo de SALVATIERRA.
REGULARES
(Años más tarde de la
insurrección de SALVATIERRA, en 1823 pronunciaría un sonado sermón recogido por
Javier Sánchez Erauskin:
Un sermón anticonstitucional
de “Fray Demonio” en
GUERRA CIVIL EN ALAVA 1821 (Jesús Mari Alday)
Año 1821
A los pocos
meses de iniciada la guerra civil en Álava (28 de enero de 1821), entre
realistas y constitucionalistas, estallaba en Salvatierra, dirigida por D. José
de Uranga, entonces subteniente y cabo del "Resguardo montado"
ubicado en
Rebelión que fue sofocada pero que supuso gran
conmoción en Salvatierra y alrededores: "El jueves Santo de este mismo año
de 1821, según costumbre, se ha reunido el Ayuntamiento de esta Villa
(Salvatierra) con el objeto de hacer las estaciones, y conforme los individuos
de él, iban llegando a la sala, se nos intimó el arresto en clase de detenidos,
por el ayudante, D. Mateo de Luzuriaga y su fuerza, que a la sazón parte de
ella estaba en esta citada sala.
De hecho, de los trece que pertenecían al Cabildo de Salvatierra sólo quedaron seis para un pueblo "de más de trescientos vecinos y mil cuatrocientas almas de comunión".
Se procesó militarmente a todos los rebeldes y acabaron en el patíbulo muchos de ellos, incluidos los eclesiásticos, para que sirviera "de escarmiento, y que los sacerdotes no nos den otra vez el triste espectáculo de verles mandando tropas, y haciendo fuego contra el Gobierno"
D.
Pedro Ruiz de Alegría, sacerdote, y D. Gregorio Ruiz de Luzuriaga, abogado
de Salvatierra, fueron ejecutados a las once de la mañana en
El Jefe Político, por su parte, no dudaba en afirmar que la rebelión de Salvatierra estuvo "preparada en gran manera por el espíritu y los consejos del Clero, y se vio en ella, un número considerable de sacerdotes, que de ministros de paz, se convirtieron en instrumentos de la más feroz anarquía, y de pastores cuidadosos y solícitos, en lobos feroces de su rebaño, que intentaron sacrificar a su ambición y a su inmoralidad... Son grandes los males que amenazan a los pueblos, si el clero... lejos de contribuir a mantener este estado de ansiedad y de crisis, no se decide y obra con franqueza, para afianzar el orden público".
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