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miércoles, 4 de mayo de 2022

Beatas y beaterios de Agurain - San Pedro

 


Beaterio de San Pedro

 


   En la actualidad convertido en convento de Clarisas con el mismo nombre. Todo comenzó con doña Juana García de Lequedana, hija de Juan Ibañez de Lequedana, vecina de la villa; dejó manifestado en su testamento que:

  Su casa y la Iglesia de San Pedro fueran para alguna buen persona de santa y buena vida religiosa”.

   Ella misma edificó su casa como morada, así como la ermita dedicada a San Pedro como lugar de retiro espiritual y abierto a todas aquellas mujeres que quisieran una vida religiosa y servicio a la ermita en el cuidado de su ornamentación, altares y demás.

   La que había sido beata o ermitaña murió en 1446, y su criada doña María Ochoa de Narvaja, viuda de Lope Martínez de Eguileor, continuaría como beata, sepultadas ambas en la ermita.

    Más tarde se agregaron otras para vivir junta en ambiente de retiro espiritual y servicio a la Iglesia de San Pedro, un tanto por libre sin atenerse a ningún instituto religioso ni regla especial. Lo harían a partir de 1552 formando parte de la tercera orden de pentencia o de Santa Isabel, siendo la primera novicia Ana García de Zuazo.

  Sabemos los nombres de las siete profesas de entonces: Juliana Fernández de Lecea (vicaria), Mari Sáenz de Lorenzo, Catalina Sáenz de Alaiza, Francisca Hernández de Munain. María Ruiz de Arrarain, Brígida Martínez de Jauregui y Ana Ruiz de Gauna.

    En el año 1564 la peste asoló la Villa y a los pocos meses, en Agosto el gran incendio de Agurain hizo angustiosa la vida de la población y de las beatas en particular: del convento no quedó más que la muralla y un pedazo de pared hacia la calle.

   Todo lo cual produjo una dispersión de la comunidad: unas se quedaron en la ermita de San Martin (en la actualidad embebida en el edificio del Ayuntamiento de la Villa), otras se fueron a Santa Ana de Oñate y a la Concepción de Mondragón.

    Restaurada la casa-convento de San Pedro regresaron de San Martín, pero ante la extrema pobreza en que estaban viviendo, los superiores franciscanos aconsejaron pasaran a la vida claustral. Y propusieron que ellos fundarían en lo que había sido beatario y las nuevas clarisas pasaran a la ermita-casa de la Magdalena.

   Lo cual no aceptó el cabildo eclesiástico, auspiciando fueran los frailes carmelitas quienes lo habilitaran y no los franciscanos.

   Al final las hasta entonces beatas  regresaron a donde había salido para comenzar una nueva etapa: pasarían a ser franciscanas clarisas.

   Fue un 29 de Junio de 1611.

 


Convento de Clarisas de San Pedro

  Este convento de clarisas tuvo su origen en un beaterio fundado por Juana García Ibáñez de Baquedano en 1446, pero fue en 1611 cuando la orden de Santa Clara se instaló en la villa. Tras varias ubicaciones diferentes, las monjas hicieron levantar un nuevo convento en el siglo XVII. La iglesia empezó su erección en 1679 con Lucas de Longa y terminó en 1685 con Felipe de Ezcurra y Martín de Balanzategui.

   Esta iglesia tiene fábrica de mampostería y planta de cruz latina con tres naves, la central más ancha. La cubierta es de bóvedas de arista en la nave central y el crucero, de cañón con lunetos en el resto. En el exterior luce escudo de Salvatierra.

   En su interior se puede ver el retablo del siglo XVIII, de estilo churrigueresco. Tiene un cuerpo de tres calles y remate semicircular. Toda su estructura está decorada con elementos vegetales típicamente churriguerescos como cogollos, pinjantes y hojarasca. El titular, dispuesto en la parte alta, es San Pedro y está vestido de pontifical, tocado con tiara y portando llaves y cruz de triple crucero. El nicho central lo ocupa una Inmaculada Concepción del tipo acuñado por Gregorio Fernández. A los lados tiene a San Francisco y Santa Clara, fundadores de la Orden. En el banco hay unos relieves de Santa Catalina, San Miguel, San Blas y Santa Lucía, que pueden pertenecer a otro retablo.

    En la iglesia y el convento existen otras tallas destacadas, como son una de San Antonio de Padua firmada por el escultor napolitano Francesco di Nardo y que está formando pareja con un San Pedro de Alcántara, ambas del siglo XVIII, otro San Pedro neoclásico del escultor de Logroño Esteba de Ágreda realizada antes de 1814, y dos Cristos Crucificados, uno del siglo XVII y muy destacado por la delicadeza de su talla.

  La congregación de las hermanas Clarisas de Agurain, tiene su origen en el beaterio de San Pedro.

  Se fundó en año 1446, residieron en varias ermitas hasta que en 1611 se trajeron dos madres de Santa Clara de Vitoria y se ubicaron en el solar que va desde la Puerta de las Carnicerías hasta San Juan. 

   En 1679, se inicia creación de la Iglesia. En su entrada aparece el escudo de Salvatierra con la leyenda “La leal Villa de Salvatierra” y en el interior de la Iglesia también aparecen otros escudos. 

 En 1764 fue destruida por motivo de un incendio, reconstruyéndose las partes dañadas. En el siglo XIX las monjas tuvieron que abandonar el edificio por los conflictos bélicos, ya que se usó el convento como fortaleza y cuartel de las tropas.

   La iglesia está distribuida interiormente en tres naves siendo la central más ancha que las laterales soportada la estructura en pilares con pilastras de orden toscano, y cubierta la nave central por una bóveda de aristas. En las pilastras laterales aparecen más escudos de la Villa. 

  El retablo data del siglo XVIII, con la imagen de María Inmaculada en el centro.

  En la zona de clausura se hallan diversas esculturas, como una de san Pedro, neoclásica, y una de Cristo del siglo XVII, que se halla en el presbítero de la Iglesia. La campana perteneció a la ermita de Paternina y pasó al convento en 1747.

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