HASIERA CONTACTO BIDEOAK

domingo, 20 de marzo de 2022

Fuentes y lavaderos

 on encanto

FUENTES Y LAVADEROS DE AGURAIN


Kepa RUIZ DE EGUINO


CUANDO LAS NOTICIAS ESTABAN EN LOS LAVADEROS

La Llanada oriental, y su localidad más importante, Agurain, han vivido con preocupación desde hace siglos el problema del suministro de agua. Un estudio de las fuentes de la Villa sirve para repasar su historia.

La fuente de Santa María hacia 1931


La Llanada y su localidad principal, Salvatierra – Agurian, vivieron siempre con preocupación el problema del suministro del agua. Las nuevas generaciones no se pueden creer que sus abuelas tuvieran que lavar la ropa en los lavaderos públicos o en el río, ya fuera en invierno o verano, hiciera frío o calor. Tampoco llegan a comprender que el agua precisa para las necesidades de la familia tenía que ser acarreada desde las fuentes a las casas, sin duda un sistema disuasorio para paliar el derroche de la misma, aunque los niveles de higiene dejasen bastante que desear.

Agurain, como villa amurallada, precisaba de un suministro de agua dentro de su recinto intramuros para no verse privada de tan vital elemento en caso de un asedio prolongado. Para tales circunstancias disponían de aljibes, que recogían el agua de la lluvia, y de los pozos, que la extraían de las entrañas de la tierra.


Fuente de San Juan, años 50 --------------- Fuente de los dos caños


La ubicación de la población, en lo alto de un cerro, no favorece la existencia de manantiales. Sin embargo en tiempos normales el suministro de agua se solventa fácilmente recurriendo a varios arroyos que la circundan – Zaraeta, Santa Bárbara, Eguileor, Zumalburu o Alivio-, y que van a desaguar al río Zadorra, que la bordea por el norte.

En sus proximidades existen manantiales como el de Andraiturri- Aniturri para los nativos-, cuyos caudales eran aprovechados desde antiguo para alimentar dos fuentes de la villa, una en cada uno de sus barrios, San Juan y Santa María.


Pero si algo caracteriza al periodo decimonónico es la aparición de un nuevo concepto urbano, basado en teorías higienistas. Una de las principales aportaciones será la traída de aguas, con la construcción de lavaderos y fuentes públicas. En 1845 se encarga al Arquitecto  Martín Saracibar el levantamiento de la nueva fuente de San Juan, con un presupuesto de 14.618 reales de vellón

Familia Ugarte a las puertas del lavadero de la Calle Carnicerias


Esto para el común de los mortales, porque las casas importantes- Azkarraga, Begoña, Bustamante o Larramendi- disponían de sus propios pozos. Las dos fuentes, dado que en aquellos tiempos el bombeo de las aguas era complicado, estaban situadas bastante por debajo del nivel del suelo, por lo que para acceder a sus caños había que descender unos escalones. En el caso de la de Santa María nada menos que diecisiete.

Sin embargo, llegó un momento en el que el aporte hídrico no fue suficiente y, a finales del siglo XVII se construyó  otra fuente aprovechando otro manantial en Apategui. Esta solución resolvió el problema del abastecimiento de agua en Salvatierra durante casi un siglo.

En el año 1782 el concejo de la Villa encarga un estudio al maestro fontanero vitoriano Pedro Gorospe, para aprovechar las aguas del arroyo de Eguileor en la cabecera del manantial de Lezao, en las faldas de Entzia.

Las necesidades de aquel momento no debían ser tan urgentes, ya que el proyecto no se llevaría a la práctica hasta mucho después en 1905. Mientras tanto, en 1845, el arquitecto Martín Saracibar llevó a cabo un proyecto que condujo el excedente de agua de la fuente de Apategui hasta el Barrio de las Eras de San Juan, donde se instaló además un lavadero.

El siglo XX comienza continuando la preocupación de la centuria precedente por dotar a la Villa de comodidades, determinantes para su entrada en la modernidad urbanística. En 1905 el Consistorio manda construir las fuentes de la Plaza de San Juan, la Plaza de Santa María y la Plazuela de los Caños. Ésta destaca por su carácter decorativo: sobre basamento de piedra, en el que aún hoy puede leerse la data 1905, se trata de una fuente de doble caño ricamente decorada. El hierro, material adalid de la modernidad, se convierte en protagonista constructivo y decorativo, donde tritones y faunos de mueca satírica se entremezclan con cuatro culebras enroscadas en la copa del remate.


LA FUENTE DE LOS DOS CAÑOS

En el año 1905 se condujeron por fin las aguas de Lezao hasta el casco de la villa. Con ellas se alimentaron tres fuentes, una en la plaza de San Juan, otra en la Plaza de Santa María y una tercera intermedia en la calle Mayor; llamada de los dos caños, porque efectivamente tiene dos caños, uno para el barrio de San Juan y otro para el de Santa María.

La diferencia de nivel entre la toma de agua y las fuentes hizo que éstas pudieran situarse al ras del suelo y, además que el agua saliese  con cierta presión, por lo que fueron suprimidas las antiguas fuentes subterráneas intramuros.

Unas construcciones que solían ir unidas a las fuentes eran los lavaderos, ya que, como es lógico, era más fácil acercar la ropa al agua que el agua a la ropa. La construcción de la fuente de las eras de San Juan llevó aparejado un lavadero. En la nueva de los dos caños se aprovechó el agua para otro lavadero, en la paralela calle Carnicerías, situada a un nivel más bajo, y para un abrevadero que diera servicio al contiguo matadero.

Hubo otro lavadero en el inicio de la carretera a Opacua. Estos lavaderos siguieron existiendo tras la instalación del agua corriente en las casas, ya que resultaba más cómodo lavar, sobre todo las piezas grandes, sábanas o manteles en los lavaderos que en las fregaderas de las casas.

Además el lavadero era un importante lugar de relación social y de cotilleo. Fue la generalización de las lavadoras en las casas, lo que acabó con la utilización de éstas infraestructuras. De cualquier forma, hasta épocas relativamente recientes, muchas mujeres iban a lavar la ropa a los ríos, en lugares ya determinados por su conformación.


El acueducto de piedra que se encontraba cerca del Zadorra

 
El investigador Victoriano Palacios, en su obra dedicada a la arquitectura de la Llanada oriental cita un acuerdo del Ayuntamiento fechado en 1859, que dice que "nadie puede lavar ropa en el río de San Juan, a no ser desde la fuente para abajo y en el de Santa María desde hasta la huerta de Don Pablo Antonio de Gordoa para arriba a fin de que las caballerías y otros ganados puedan beber el agua de la parte superior de donde se lave la ropa".

De éstas fuentes subsisten en la actualidad la de Apategui, la vieja de las Eras de Santa María, las de 1905 de las Plazas de San Juan, Santa María y la de los dos caños y la de la Calle Ugarte en la Madura, en realidad un aljibe. Son posteriores a ellas las de Zumalburu y la del Portal del Rey.

Nieves con su padre Bartolo dando de beber a los cerdos en la fuente de Plaza San Juan hace muchos años, cuando funcionaba ésta fuente


LAS NUEVAS FUENTES

Recientemente se han instalado en Agurain nuevas fuentes, pero éstas, como corresponde a los tiempos, el aspecto artístico y de ornato sustituye al instrumental de proveer al vecindario de suministros de agua.

BIBLIOGRAFIA

Textos:
Fernando Sánchez Aranaz
Victoriano Palacios – Inventario de Arquitectura rural alavesa

Fotografías:
Jaso Ruiz de Alegría
Lourdes Garagalza
Don Antonio Lafuente
Txumari Garagalza

Banco junto a la Fuente de los caños, ....para descansar y disfrutar

No hay comentarios:

Publicar un comentario