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jueves, 3 de marzo de 2022

El tunel de Ezkerekotxa

 

EL TESORO DEL TUNEL DE EZQUERECOCHA

Historia de la industria > El Ferrocarril en Agurain

EL TESORO DEL TUNEL DE EZQUERECOCHA
15 de Marzo de 1953

El talgo a su paso por Salvatierra – Agurain en los años cincuenta

El robo del tesoro de las joyas de la Virgen de los Reyes de Sevilla. De la catedral de Sevilla al túnel de Ezquerecocha. Un argumento digno de un thriller policíaco.

El 15 de Marzo de 1953, Emilio García  Gómez un joven de 17 años robaba las joyas y alhajas del tesoro de la Virgen de los Reyes de la catedral de Sevilla y en su huída y tras pasar por Madrid y Vitoria y al verse acorralado  por inspectores de los servicios secretos, decidió despojarse de una parte grande del botín, se metió en los lavabos del tren y tiró cantidad de joyas justo en el momento en que el talgo entraba en el túnel de Ezquerecocha, ya muy cerca de Agurain, rompiéndose en mil pedazos y desperdigándose brillantes joyas, piezas de oro, de plata, brillantes y piedras preciosas por las vías de este oscuro túnel.

El viaje del joven sevillano siguió, tras muchas peripecias, a través de Irún  hasta París para acabar siendo detenido en Londres por miembros se Scotland  Yard.

Es curioso porque en el año 1953 no había Unión europea y con la jefatura del Estado en manos del Dictador, Europa no miraba con buenos ojos y sin embargo la detención del ladrón, fue fruto de la eficaz intervención de la Policía nacional, la prefectura parisina, el famoso Scotland Yard y la inestimable colaboración de una misteriosa pintora polaca, amiga o amante del ladrón y residente en Paris.


Pero en cuanto a lo que a nosotros nos atañe comenzaron a circular piezas de oro y joyas  por los comercios de Agurain, al parecer un guardavías, Máximo Gomez, que trabajaba en el túnel de Ezquerecocha empezó a encontrar parte del tesoro diseminado por las vías del tren y las fue vendiendo o regalando a amigos y familiares de la Villa y al enterarse la gente comenzó la búsqueda del tesoro como si fueran a buscar caracoles y eso que era Julio, Julio de 1953.

Hasta que llegó la noticia a las fuerzas del orden público y comenzaron las investigaciones por los comercios de la Villa, siendo detenidas algunas personas y algún joyero y llevados a declarar a la comisaría.

Algunos comerciantes de Agurain aún recuerdan como sus padres fueron llamados a declarar sobre posibles pagos de especias con oro o alhajas o para explicar cómo  algunas personas habían ofrecido cruces o colgantes de obispo de oro y piedras preciosas a cambio de una traje a medida o un vestido para la señora.


El paradero de las joyas arrojadas al retrete

Cuando Emilio viajaba en el Talgo desde Madrid a Irún, el temor porque lo descubriera el brigada que le pidió la documentación, le hicieron arrojar buena parte de las joyas por el retrete. Todas estas piezas, sin quererlo, formaron parte de una segunda trama de esta historia que acaba con nuevos detenidos.

Álava, noche del 11 de junio. Joyas por el retrete.

Las joyas que fueron arrojadas por el retrete del Talgo en el que viaja fueron encontradas a los pocos días por Máximo Gómez Fontanal, guardavías nocturno a las órdenes de Renfe. En el trayecto sometido a su vigilancia se encontraba el túnel de Ezquerecocha (Álava), a cuya altura el delincuente se había desecho de las joyas que escondía en el termo.

Por la velocidad del tren y la forma con la que fueron arrojadas, las joyas quedaron diseminadas por una gran superficie que el trabajador de la Renfe se encargó de recorrer en los días sucesivos con objeto de apropiarse de todas las piezas sin llegar a imaginar su oscura procedencia.

Durante veintiún días tuvo en sus manos las joyas. Vendió algunas y otras fueron regaladas a amigos y familiares. Días después, uno de sus amigos le recomendó depositar las joyas ante la policía vitoriana ante la extrañeza de los hechos. Así lo hizo. El guardavías decidió hacer entrega de algunas de las joyas que le quedaban en su domicilio pero ocultó, en todo momento, aquellas otras que había acabado regalando o vendiendo y que habían sido valoradas en 50.000 pesetas.

19 de junio: Vendidas en Irún

Transcurrida una semana Máximo Gómez Fontanal viajó a Irún para dirigirse al establecimiento de joyería y relojería que regentaba Enrique Antonio Quesada Uzcanga. A éste le ofreció buena parte de las joyas que todavía poseía y que no habían sido entregadas a la Policía vitoriana. El joyero aceptó la compra de varias piezas entendiendo, tras analizarlas, que todas ellas atesoraban gran valor. De este modo, se quedó con tres sortijas de oro, dos aretas y dos broches del mismo material, un solitario de caballero, una sortija de platino y oro con un brillante y otras piezas de menor valor. Todo ello fue adquirido por 775 pesetas, un precio muy inferior a su valor real.

Buena parte de estas joyas fueron deshuesadas o sus piedras fueron reemplazadas por otras, utilizando sus metales en diversos trabajos.

Cuando a los pocos días, el escándalo de la detención de su principal responsable y el recorrido que había hecho con las joyas saltaron a las hojas de la prensa, el relojero compareció ante la policía asegurando que, entre sus joyas, se encontraban algunas de las robadas a la Virgen de los Reyes. Sin embargo, su declaración fue realizada de forma parcial, de modo que ocultó a la policía muchas de las piezas que había adquirido a aquél guardavías de la Renfe.

Los joyeros tenían la obligación, en aquella época, de poseer un libro de asiento en el que registraban todas aquellas piezas con las que trabajaban. Algunas de las robadas a la Virgen de los Reyes y que llegaron hasta sus manos no fueron registradas en libro alguno, hecho que alertó a la policía para denunciarlo ante el juez


LA INSOLITA ESCAPADA DEL JOVEN EMILIO GARCIA
DE SEVILLA A PARIS


Los sucesos que lo provocan parece que son causados por la casualidad aunque su descripción forma parte de un relato insólito. Emilio García coge en Madrid un Talgo que lo lleve a Irún. Durante el trayecto, un brigada móvil le solicita la documentación y, tras devolvérsela sin mediar palabra opta por quedarse a dormir en la plaza que había libre junto al lugar donde éste viajaba.

Emilio sospechó que algo extraño debía estar pasando y, temiendo ser descubierto por el brigada, se fue a los servicios del tren, tirando por el retrete las joyas que guardaba en el termo, de modo que quedaron esparcidas por la vía.

El ladrón se quedó, únicamente, con las que guardaba en el panecillo. Las arrojadas a la vía se esparcieron a la altura del túnel de Ezquerococha (Álava).

No termina aquí el accidentado viaje ya que cuando va a pasar la frontera franco-española, las autoridades lo retienen por no cumplir su pasaporte con todos los requisitos legales. Ante el miedo de ser descubierto, intenta eludir el control, siendo detenido por las autoridades españolas.

Éstas lo llevaron al calabozo de una de las comandancias de la zona y, antes de ser registrado, aprovechó para entrar en el retrete y esconder las joyas que guardaba en el panecillo alojándolas en su ropa interior. El ladrón pinchó y pendió las joyas en el calzoncillo, "al sitio de la entrepierna", como reza la sentencia.

La suerte le acompañó pues fue sometido a un registro superficial donde los gendarmes no notaron ningún elemento extraño que fuera más allá de las meras pertenencias personales.

Tras unos días de espera, Emilio García consiguió el complemento que a su pasaporte le faltaba para emprender su viaje a Francia. El 22 de junio atravesaba, por fin, la frontera y ese mismo día llegó a su destino marcado desde que salió de Sevilla: París


Al día siguiente Emilio ya tenía preparada su salida de París para viajar hacia Inglaterra. Allí le esperaba Kennetk George Brayley al que conoció durante su estancia en la capital francesa. Al mismo tiempo que planeaba su viaje a Gran Bretaña, las dos personas con las que había compartido casa en Paría (Alberto Domínguez Muriel y Rosa Aranovici) denunciaron a Emilio ante la policía parisina y devolvieron varias de las alhajas robadas a las autoridades del país.

El joven sevillano, de 17 años, fue detenido e ingresado en prisión el 22 de julio de 1953, concretamente, un mes después de su llegada a París. Finalmente, el informe del perito que analizó las joyas robadas las valoró en 560.885

pesetas. El valor recuperado ascendió a 470.085 pesetas y todas las que faltaban fueron tasadas en unas 100.000 pesetas, aproximadamente.

JOYAS Y ALHAJAS DEL TUNEL DE EZQUERECOCHA

En 1953 todos los periódicos de la época se hacía eco de la gran cantidad de alhajas recogidas en el túnel de Ezquerecocha (Alava) cercano a Agurain. Según aquellas noticias, un empleado de vías y obras de la Renfe llamado Máximo Gomez Fontanal, encontró en varias veces gran cantidad de alhajas –algunas de clara procedencia sagrada- que vendió por la zona, incluso hasta en Irún y que regaló a vecinos y amigos.

Aquello, como ya quedó hecha cumplida información en días pasados en todos los informativos, alertó a la policía y permitió relacionar el paso de García Gómez (el joven sevillano que robó las joyas de la catedral) por Irún con el hallazgo. Nos remitimos a la nota oficial de la Jefatura de policía de Julio de 1953.

A continuación se ofrecía la relación de las joyas encontradas incluso se insertaban fotos con algunas de las alhajas:

1- Cruz de topacio, pectoral, diamantes montados en plata antigua – 8000 ptas.
2- Cruz de amatistas, pectoral de oro, le falta una pieza.
3 y 4 -  Dos trozos de collar gargantilla de brillantes y diamantes 7500 ptas.
5- Una ramo imperdible antiguo de diamantes rosas con plata y otro con perlas finas roto. 6- Un trozo de collar o colgante montado en oro y plata con diamantes rosas.
7- Seis trozos de collar o colgante con diamante montados en piedra y oro.
8- Seis amatistas en armazón de oro, uno de ellos con perlas.
9- Un topacio montado en oro.
10- Un diamante rosa en forma de pera que es parte del nº 6.
11- Un par de pendientes de oro filigrana y perlltas aljófar, uno de ellos roto.
12- Una crucecita de oro de rosario.
13- Un pasador de cadena de obispo de diamante.  
14- Colgante suelto perteneciente a una gargantilla sin la piedra de platino con brillantes.


15- Pendiente con garras y sin piedra de platino con brillantes.
16- Una montura de oro ovalada.
17- Una montura de oro sin piedra.
18- Otra montura de oro con nueve perlitas.
19- Un trozo de cadena de platino muy fina.
20- Dos trozos de rosario con perlas.
21- Restos de monturas de oro.
22- Un trozo de rosario.
23- Una pulsera rígida antigua de piedras aljofar.
24- Un anillo pectoral con amatistas y brillantes.
25- Una pulsera de oro partida en dos trozos, conocida como las llamadas "esclavas".
26- Una sortija de oro con topacios rodeada de perlitas en número de diez y seis.
27- Una sortija de oro, tipo lanzadera con pequeños brillantes , faltan tres de éstos, con esmaltes negros.
27bis- Una sortija de señora cuerpo central de tres círculos toda ella de diamantes.
28- Una pulsera de señora rellena de esmeraldas y brillantes con nueve de las primeras y de las segundas diez, cadena de oro, faltando bastantes esmeraldas y brillantes con un colgante simulando medio corazón con idénticas piedras y dos rubíes lleva grabada en uno de los laterales de la parte central la fecha 25-1895- y la inscripción "fecha inolvidable".
29- Un broche imperdible de oro con cuatro brillantes y tres perlas finas.
30- Un broche imperdible de tubo de oro con pequeñas perlas en el centro.
31- Un cruz de oro y esmalte, llevando engarzados seis brillantes.
32- El cuerpo al parecer de un camafeo, etc…ETC..


Y así hasta más de 400.000 pesetas de las de 1953. Además de algunas joyas históricas y otras de valor incalculable derramadas por las vías del tren hasta cerca de Agurain, donde por cierto varios años después unos trabajadores de las vías volvieron a encontrar  joyas religiosas.


Máximo Gómez Fontanal, el guardavías de Renfe, también había vendido parte de las joyas encontradas junto a los raíles a un relojero de Salvatierra, que ejercía el oficio en la clandestinidad. También se llamaba Máximo y sus apellidos Preciados Míguez de Nanclares.

Adquirió a precio extremadamente bajo diversas piezas escalonadas en tres operaciones. La última, el 20 de junio de ese año. Entre ellas, una montura de oro y un trozo de un rosario del mismo material, compradas por 21 pesetasun broche de oro con perlitas y turquesas, por la que pagó 75 pesetasdos barritas de plata con diamantes pequeños y un trozo de anillo de oro bajo en forma de lanzadera, vendidas por 391 pesetas. Y, finalmente, un pendiente de oro y platino con dos brillantes que le costó 400 pesetas.


Sirva esta última adquisición como ejemplo del escaso precio que pagó a su tocayo, el guardavías, por estas piezas. Pagó por el pendiente 400 pesetas y fue vendido por 1.100 pesetas cuando, realmente, los peritos los tasaron en 10.000 pesetas.

Esta pieza fue vendida en Vitoria a una corredora de alhajas y de nombre Filomena Mendoza Pereda. Ésta la revendió en 1.700 pesetas pero no tardó en arrepentirse porque era consciente del valor de la pieza que, como hemos referido anteriormente, ascendía a 10.000 pesetas.

Filomena no dudó en encontrar la más rebuscada de las excusas para convencer al que le había comprado la valiosa joya, José Sciortino Crisi, con objeto de que se la devolviera. De esta forma recurrió a un conocido, Gregorio Villareal, de prestigiosa familia en la localidad y que se hizo pasar por el verdadero dueño de la pieza. Filomena y Gregorio tuvieron que regatear hasta el extremo con José que, finalmente, accedió a devolver el pendiente por el precio de 2.000 pesetas, 300 pesetas más de lo que le había costado.

El juicio. 30 de enero de 1961

Casi ocho años después del sacrílego robo, el 30 de enero de 1961, la Audiencia Territorial de Sevilla dictaba sentencia. La ciudad había honrado sobremanera a la Patrona con una misa en desagravio y con la imposición de la Medalla de la ciudad en 1958.

Al juicio acudían procesados casi una decena de personas. Entre ellas, el sacristán de la Catedral, Domingo Padilla Fernández, acusado por el Ministerio Fiscal, al que muchos responsabilizaron del robo y que finalmente, quedó absuelto.

Emilio García Gómez
. Condenado como autor de un delito de robo, con una circunstancia de atenuación, a seis años de presidio menor. Pese a todo fue considerado un atenuante que los hechos los cometiera siendo menor de edad al contar con 17 años. A la condena se le añadió la suspensión de sus cargos públicos, profesión u oficio así como el derecho de sufragio durante su estancia en prisión. También se le requirió pagar 100.000 pesetas a la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, 250 a María Cansino García y 1.400 pesetas a Macario del Santo Alcalde. Su defensa reconoció conductas delictivas de su cliente si bien solicitó, tan sólo, una pena de dos en lugar de los seis con los que fue sentenciado.

José Ruiz Domínguez
. Platero que ayudo a escapar a Emilio además de comprarle joyas. Condenado como autor de un delito de encubrimiento a dos años de presidio menor y multa conjunta de 5.000 pesetas. A la condena se le añade la suspensión de sus cargos públicos, profesión u oficio así como el derecho de sufragio durante su estancia en prisión. También fue condenado a indemnizar a María Liñán con 7.000 pesetas. Su defensa había solicitado la absolución al no encontrar hecho delictivo alguno.

Máximo Gómez Fontanal
. Guardavías de Renfe. Condenado como autor de un delito de hurto a seis años y un día de presidio mayor. También se procede a la inhabilitación en su oficio durante el tiempo que durara la condena. La sentencia también le obliga a indemnizar a José Sciortino Crisi con 7.000 pesetas. Su defensa había negado en el juicio todos los hechos que se le imputaban por lo que solicitó su absolución.

Enrique Antonio Quesada Uzcanga
. Joyero de Irún. Negocia con las joyas que le vende el guardavías. Condenado como autor de un delito de receptación a la pena de seis años y un día de presidio mayor y 25.000 pesetas de multa. También se procede a la inhabilitación en su oficio durante el tiempo que durara la condena. Durante el juicio, su defensa negaba la participación de éste en los hechos.

Máximo Preciados Míguez de Nanclares
. Le compró joyas al guardavías y las vendió a Filomena, la corredora de alhajas vitoriana. Condenado como autor de un delito de encubrimiento a la pena de dos años, cuatro meses y un día de presidio menor, 5.000 pesetas de multa. A la condena de le añade la suspensión de sus cargos públicos, profesión u oficio así como el derecho de sufragio durante su estancia en prisión. También se le condena a indemnizar a José Sciortino Crisi con 7.000 pesetas. Su defensa alegó que los hechos que se le imputaban no estaban probados por lo que le solicitaba la absolución.

Filomena Mendoza Pereda
. Corredora de joyas vitoriana. Condenada como autora de un delito de encubrimiento a la pena de seis meses y un día de prisión menos y una multa de 5.000 pesetas. A la condena se le añade la suspensión de sus cargos públicos, profesión u oficio así como el derecho de sufragio durante su estancia en prisión. A todo ello, se le une la condena a indemnizar a José Sciortino Crisi con 7.000 pesetas. Su defensa alegó que el sumario del juicio no demostraba culpabilidad alguna de la procesada y solicitaba su absolución.

Agradecimientos:  
José Antonio Rodríguez, periodista que hizo un impresionante trabajo de investigación sobre lo ocurrido en torno al robo del año 1953 de las joyas de la Virgen de los Reyes de Sevilla, la huída y las sentencias de los juicios de 1961.

Así como todas las personas mayores de Agurain que nos han ayudado a componer esta historia tan novelesca
.

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