JOSÉ ANTONIO LOPEZ DE MEZQUIA Y DIAZ DE ARRIZALA
JOSÉ ANTONIO LOPEZ DE MEZQUIA Y DIAZ DE ARRIZALA
1688 - 1772(1)
MAESTRO GENERAL DE LA ORDEN DE LOS MERCEDARIOS
OBISPO DE SOLSONA
Nacimiento e infancia
José Antonio López de Mezquia y Diaz de Arrizala nació en Agurain - Salvatierra, el día 6 de marzo de 1688, y fue bautizado al día siguiente por Juan Bautista de Cozaya Echebeltz en la iglesia de San Juan Bautista, con los nombres de José Antonio. Fue hijo de Juan López de Mezquía(2) y de Catalina Díaz de Arrizala Zañartu, vecinos y parroquianos de la Villa. Fueron sus abuelos paternos, Martín López de Mezquia y Catalina López de Sabando, vecinos de Agurain; y abuelos maternos, Juan Díaz de Arrizala Zañartu y Catalina Pérez de Uriarte, vecinos del barrio de Eguileor. Hicieron de padrinos Juan Martínez de Morentin, cirujano, y Antonia González de Vicuña, doncella. Su padre fue de mediana fortuna en bienes temporales, pero de crecida familia, a causa de haber contraído tres veces matrimonio.
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(1) Bibliografía: Blanco A., Catálogo de los Procuradores Generales de la celeste real y militar Orden de la Merced, Roma 1929, pp. 149-152; C osta D., Memorias de la ciudad de Solsona y su Iglesia, pp. 494-500; D empere A., Necrologio Mercedario; G ari , Supplementum Bullarii. Catálogo de los Maestros Generales, p. 29; G randes F., Apuntes históricos de Salvatierra, Vitoria 1905, p. 140; Cosas de Salvatierra, Vitoria 1939, p. 312; Oviedo C., Los Obispos Mercedarios, Santiago de Chile 1981, pp. 67-68; P lacer G., Bibliografía Mercedaria, t. II, pp. 311-316; S ancho A., Catálogo de los Procuradores Generales de la Celeste, Real y Militar Orden de la Merced, Roma 1929.
En aquella Agurain a finales del siglo XVII
Escuela no faltaba en Agurain por aquellos años. Sabemos que en el año 1688 se pagaron 15.300 maravedíes a Tomás de San Juan, conducido por la Villa para enseñar leer, escribir, contar y educar en la doctrina cristiana. Y en el año 1698 se pagaron 550 reales (18.700 mrs.) a Martín de Bergara. Además existía preceptor de gramática. En esos mismos años (1688 y 1698) los preceptores eran respectivamente, el licenciado D. Francisco Gómez de Arriarán y Segura, presbítero y "maestro de gramática", que recibió 29.920 mrs.; y D. Sebastián de Heguino de Santa Cruz, beneficiado y "maestro de gramática", que recibió 18.530 mrs. En 1679 el licenciado D. Antonio de Luzuriaga, testamentario de D. Juan Martínez de Balza, maestro de gramática que fue de la Villa, recibía 60 ducados por su lectura hecha hasta fin de marzo de 1679, y otros 60 ducados al licnciado D. Fernando de Zumalburu, presbítero, por la lectura hecha desde marzo hasta San Miguel. Y en 1723 se dieron y vendieron de las rentas de la Villa 1.102 reales por las 58 fanegas de trigo, a D. Thomás Calle, catedrático de humanidad.
Existían también escuelas privadas; causa, por otra parte, de controversias y quejas. La Villa de Agurain tuvo cátedra de gramática fundada por D. Juan Sánchez de Ocariz Ochoa de Chinchetru en el siglo XVII. En el año 1618 existe una Demanda a pedimento del licenciado D. Diego de Lezeta, preceptor de gramática y residente en Ormaiztegui, contra el procurador síndico y vecino de Agurain sobre satisfacción de medio año de salario debido al susodicho que regentó la cátedra de gramática de dicha Villa. Gabriel González de Heredia, síndico procurador de Agurain, se querellaba y acusaba criminalmente en el año 1645 contra Felipe López de Zuazo, estudiante de órdenes menores y residente en Adana, por infracción de las Reales Pragmáticas y real privilegio de la Villa en razón a ejercer cátedra de gramática fuera de la Villa.
Asistían a sus clases nueve o diez estudiantes, dos de ellos de Adana, que tenía 24 vecinos. Parece ser que el tal Felipe López de Zuazo quería desacreditar al maestro de gramática de Agurain. Se le negó dar clase y a los estudiantes se les prohibió asistir a sus clases; pero al no obedecer, se le encarceló en la prisión de Agurain, y una vez confesado que no conocía dichas leyes, se le soltó bajo fianza.
José López de Mezquía iba creciendo en aquellos últimos años del siglo XVII en un Agurain donde el trabajo y la fiesta iba acompañando el ritmo de las familias. En más de una ocasión escucharía a Pedro de Aranguren, tambor de la Villa nombrado el día 6 de diciembre de 1689. El 30 de septiembe de 1693 era nombrado tambor Pedro de Argomaniz. Y se le haría extraña Francisca de Araya, ermitaña que fue de la ermita de Nuestra Señora de Sallurtegui.
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(2) Apellido vasco, procedente del lugar de su nombre, del municipio de San Millán (Alava), al pie de la sierra de Urbasa. Etimológicamente, Mezkia, procede de mizki = objeto sin valor. En escudo de los Mezquía en Alava se puede ver: verde, una torre de plata y dos lebreles (atados con cadenas a las saeteras) rampantes y afrontados, uno a cada flanco. Otros escudos de los Mezquía: oro, un árbol verde con dos lobos negros, pasantes al pie del tronco y puestos en palo.
En 1688, año del nacimiento de José Antonio, el alcalde se llamaba José Fernández de Vicuña En 1694 era alcalde D. Antonio de Bustamante. En 1692 lo había sido Jerónimo de Eulate; y lo sería también en los años 1695 y 1702.
Vería cómo se construía la calzada (1698) que iba desde el portal de San Juan hasta el remate de la pieza de D. Antonio de Bustamante, procurador general, en el camino de Salgorri, y desde esta casa hasta cerca de la cruz de piedra del camino de Alaiza. El maestro empedrador se llamaba Pedro de Morales, vecino de Zegama.
Once años tendría (1699) cuando experimentaría las consecuencias de la carestía de granos y pan. Los vecinos y naturales de la Villa podían acudir a casa del regidor semanero, de siete a ocho de la mañana y dos a tres de la tarde, a tomar el pan que hubieran menester para el consumo de su casa para aquel día. Bajo pena de 100 reales ninguno debía tomar pan para fuera de la Villa, cuya multa se aplicaría para socorrer la necesidad común y se mandaba vender a 15 cuartos cada pan, todo a base de pregón.
Buena carnicería había también en la Villa. En el año 1559 se declararon exentos de pago de portazgo los ganados vacunos y carneros que traían de Navarra y Francia con destino a la carnicería de Agurain. En 1698 se pagaron 27 reales y medio a Isabela Sáez por el precio de 500 tejas que se trajeron de la tejería de Ulibarri para retejar el tejado de las carnicerías de la Villa, y 11 reales a miguel de Zufia, maestro carpintero, por dos oficiales que puso para el retejo del tejado. Juan López de Herenchun, vecino de Ulibarri, trajo dos carros de teja desde Ulibarri y se le pagó 306 mrs.
Sería muy pequeño, pero su familia pudo contemplar con todo el pueblo a Julián Centol, dantzari. En 1689 se le pagó a él y a su mujer 12 ducados por la danza cascavelada el día del Hábeas y San Juan con sus vísperas, según costumbre. Este mismo año cobró 24 reales por 6 carros de ulagas que con su mujer trajo a las casas del alcalde, procurador general y regidores para las marchas y festejo dela noche de carnestolendas, según costumbre.
Ya se había fundado el convento de Clarisas de San Pedro (1611). Cuántas veces vería la Cruz de Ventaberri: ese hermoso crucero del bajo renacimiento, costeado por Pedro Ochoa de Chinchetru al comenzar el siglo XVII.
Conocería las cuatro eras de los cuatro barrios extramuros, llamadas así porque estaban dedicados a la agricultura. Al norte, a uno y otro lado, las eras de San Jorge y las de la Madura; al sur, las de San Martín y las de San Juan.
Y las ermitas de Nuestra Señora de Ula (la más antigua de cuantas iglesias o ermitas ha tenido la Villa de Agurain a lo largo de la historia: en 1699, Juan de Madina, maestro carpintero, retejaba el tejado y componía la cruz de alabaca que estaba caída); la de San Martín (protogótica: en 1699 se pagaron 272 mrs. A Isabela Sáez, viuda, por una libra de cera en velas que se llevaron de su tienda según costumbre para el altar de San Martín, casa de diputación de la Villa, y misas que se celebraron en ella durante todo el año.
En este mismo año se pagaron 3.128 mrs. Al licenciado D. Miguel de Argandoña, presbítero capellán de la Villa, por su salario anual y estipendio y limosna de 12 misas rezadas que celebró en el altar de San Martín los primeros sábados de cada mes y por el trabajo en derramar el agua de San Gregorio y de San Jorge.
En las cercanías de Santa María, camino de Luzuriaga y Ordoñana, a su paso por la calzada romana hacia Mezkia, existió antiguamente una posada-hospital llamado de San Lázaro, alivio de peregrinos y medicina saludable para la Villa. Pronto se construyó una ermita bajo la advocación de María Magdalena. A finales del siglo XVII y comienzos del XVIII se encontraba en perfecto estado, pero a mediados del XIX dejaría de existir como tal.
También desde tiempo inmemorial se rindió culto a Nuestra Señora de Arana en una ermita-beaterio ubicada en el término de Arana. Actualmente sólo subsiste el topónimo Ramariaran (Andramariaran = Andra Maria Arana). Junto a la ermita existió una casa-beaterio donde vivían "las doncellas que han querido para que moren en ella en vida y hábito honesto a manera de religiosas". En 1689, el rentero Francisco Díaz de Arcaya, dio 11 fanegas y medio de trigo por la renta. En ese año se hicieron varias obras de cantería. Diego Martínez de Herdoñana, ermitaño y arrendatario en 1699, al no pagar la renta del año, de 10 fanegas de trigo, hizo embargo de sus bienes y entre ellos, de dos bueyes de arada; se picaron dichos bueyes en las carnicerías de la Villa. Este mismo año se pagaron a Manuel de Zufia, maestro carpintero, 340 mrs. Por dos días que se ocupó en retejar el tejado.
La ermita de Nuestra Señora de Sallurtegui, al encontrarse un tanto alejada de la Villa, es posible que no la llegara a conocer de niño, pero sí después, ya que la advocación mariana de esta ermita la hizo patrona de Agurain. Difícilmente llegaría a conocer la ermita de San Esteban, a un cuarto de legua de Agurain, en el término de Paternina. Fue retejada en 1705, pero en 1759 se hallaba "sumamente maltrecha y sin puerta ni altar de tres años a esta parte por haberla derribado unos hombres que entraron en ella".
Más fácilmente pudo conocer la ermita de San Jorge, en el barrio de su nombre, existente desde el siglo XVI, cuidada y administrada por la cofradía o junta formada por labradores que además de las reparaciones del edificio atendía también a su culto y a la caridad que en el día de su fiesta (23 de abril) se daba a sus cofrades. Esta ermita estuvo dedicada a San Jorge por ser tenido este santo como abogado de los campos; por eso, el agua que se bendecía el día de su fiesta la esparcían por las heredades al mismo tiempo que la de San Gregorio Ostiense. En 1696 el ayuntamiento determinó "que se vaya a or agua de San Gregorio con 2 velas de cera blanca mientras que en Salvatierra se haga procesión a la ermita de San Jorge y se digan 2 misas: una de San Jorge y otra de San Gregorio". A finales del siglo XIX todo quedó en el olvido invirtiéndose sus últimos bienes en el entarimado de la iglesia de Santa María.
Sobre el diminuto cerro de Mostrejón, junto al camino viejo, existió una ermita dedicada a San Andrés, hasta que el ayuntamiento acordó en 1806 destruirla, debido tal vez al mal estado de conservación como se encontraba, tasando su piedra y recogiendo todo el maderamen para su venta. Es posible que los padres de José le llevarían alguna vez por esta ermita o la pudo conocer más tarde. Como también pudo conocer la ermita de Santa Bárbara, en el camino de Opakua desde Agurain, lugar de oración e invocación de los labradores de la comarca sobre todo en las tormentas e incendios. Su imagen presidió muchas rogativas y procesiones así como las fiestas celebradas en su honor el día 4 de diciembre.
No llegaría a conocer, sin embargo, la ermita de Nuestra Señora de Zumalburu, ya que en el año 1694 fue destruida, aprovechándose su piedra sillería para la torre de la iglesia de San Juan y la piedra de mampostería para arreglar algunos desperfectos de la ermita de Nuestra Señora de Arana.
Muchos de estos datos no los conocería el niño José Antonio, pero fue creciendo en este entorno. ¡Cómo apreciaría de mayor todo esto!
La Villa de Agurain en los siglos XVII y XVIII no era una villa cualquiera. Desde 1334 podía tener 8 escribanías. En 1538 llegó a tener 15 escribanos de número. Conocemos los nombres de muchos de estos escribanos. En el siglo XVII: 32; en el XVIII: 19. Con nombres y apellidos netamente alaveses.
Sorprendido quedaría nuestro pequeño biografiado al contemplar tantos escudos en fachadas e iglesias. Y cómo gozaría al llegar las diversas fiestas extendidas por todo el año. Comenzando por la Navidad quedaría sorprendido al ver el porrondoko(3) que había ardido en la cena de Gabon (Navidad) y que apagado, se retiraba y se guardaba porque se creía tener virtudes eficaces contra las tormentas. Y cuando amenazaba tempestad y el porrondoko volvía al fuego, podía desarmar la tempestad. En la noche del día 31 de diciembre las familias solían visitarse para participar del vino caliente, castañas asadas, compotas y otras golosinas. La gente joven o de buen humor corría de casa en casa dando fuego en las calles a odres que habían tenido vino o aceite, y decían que iban "a quemar el culo al año". El clamoreo era enorme, predominando el grito "Erre puyerre" (del euzkera erre: quemar, y epurdi erre: el culo quemar), que dio el nombre a la fiesta. En esas expansiones solía aludirse, aunque sin mala intención, a determinados vecinos; para lo cual, las últimas sílabas de puyerre se modificaban si la consonancia lo exigía. Así, "Erre puyerre, quémale el culo a Gayarre"; "erre puyerico, quémale el culo a Martinico"; "erre puyerrín, quémale el culo a D. Fermín". ¡Cómo la gozaría el bueno de José!
Fiesta también se celebraba en tiempo de carnavales: se traían carros de ulagas para la noche de carnestolendas y el pellejo de vino navarro se repartía para el regocijo de todos (4). Le impresionaría las celebraciones religiosas de la Semana Santa: aquellos disparos de arcabuces después de la Misa del domingo de Resurrección, etc. Y el lunes de Pascua, por la tarde iría en romería a la ermita de Nuestra Señora de "Sallurti". Qué ricos le sabrían aquellos bollos o "ronzapil"(5), hechos por las madrinas de pila. Al anochecer se regresaba al pueblo con acompañamiento del txistu.De romería en romería, porque el domingo de Pentecostés se iba también a la ermita de Santa Lucía en Zalduondo.
La procesión del Corpus Christi era también impresionante, con la presencia de la tropa. Después de que ésta hiciera su servicio era homenajeada con cuatro cántaros y tres azumbres de vino. Se traía tamboritero y danzantes de fuera. Solía haber nueve dantzaris que de antemano se ensayaban con cascabeles, arcos y espadas. Algunos años se representaba algún auto sacramental o comedia a lo divino, en tablado preparado al efecto, dando a los actores una colación por cuenta del ayuntamiento.
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(3) Tronco o rama del árbol que no puede hacerse astillas y se destina a la lumbre.
(4) En 1724 se pagaron 24 reales a Juan Fernández de Alegría y consortes por los seis carros de ulagas, y 46 reales por el pellejo de vino navarro que regaló el alcalde.
(5) Palabra netamente euskérica: arraultze (huevo) y opil (torta). Solían ser bollos con huevo y chorizo.
Y ¿qué decir de la fiesta de San Juan el 24 de junio? Además de los actos religiosos, había hasta corrida de toros(6). En 1689 se pagaron 5360 mrs. gastados con las personas que representaron comedias, por la merienda y refresco que se les dio. Este día de San Juan el Concejo daba vino a todos los que acudían a la olbea con su merienda. En 1699 el alcalde proponía que por irse acercando el día de San Juan, se cambiasen algunas cosas: dándose almuerzo habiendo muchas funciones se llegaba tarde a misa y procesión, de aquí se originaban disensiones entre ambas comunidades y a veces no estaba la gente con la decencia debida en la iglesia, había pensado reducirlo a una comida a mediodía para los señores del ayuntamiento y caballeros particulares de la Villa, excusando la concurrencia de todas esferas y que sus mercedes estimasen la buena voluntad.
La festividad de la Ascensión se distinguía de otras de primera clase en que en este día se distribuían 30 fanegas de trigo hecho pan, llamado de la Caridad, en el prado de la Madura, cuidando el procurador y regidores de que estuviera bien preparado, cocido y a punto, amenizando el acto arcabuceros, con sus disparos, tambores, danzantes, luchas, etc. En 1594 se gastaron 40 fanegas de trigo para que los panaderos hiciesen pan cocido para dar de limosna los días de la Ascensión del Señor y San Jorge "conforme a la costumbre que se tiene en esta Villa". Sobraron 112 panes, a 24 mrs. cada pan. Era de ordenanza acudir en los tres días anteriores a la Ascensión llevando la cera necesaria para impetrar del Altísimo las lluvias necesarias para el campo y la conservación del ganado, libre de toda enfermedad. En esta fiesta era costumbre contemplar a los luchadores; en 1595 se pagaron 9 reales al zapatero Pero Sáez de Heguinoa por los dos pares de zapatos para los luchadores en el prado de la Madura. En 1679 se pagaron 26 reales y 884 mrs. por dos pares de zapatos que se dieron a los luchadores. Se acostumbraba también repartir vino. En 1724 gastó el ayuntamiento 44 reales por un pellejo de vino navarro que se bebió de regalo para el regocijo del pueblo. No faltaban tampoco los danzantes y personas que animaban con otras invenciones. En 1595 se pagó a los danzantes 1531 mrs. Había también corridas de toros y se encendían hogueras. En 1723 se gastaron 110 reales que, según costumbre, se dieron al procurador general y regidores para el desayuno de los eclesiásticos y diputados de parroquia en las tres letanías de la Ascensión, todo según costumbre.
Por los regocijos del día de la Asunción que se hacían cada año en el prado de la Madura se gastaron 81 reales. Se pagó a tambores y tamborines; zapatos que se dieron a los danzantes y luchadores y la limosna dada a los clérigos en la letanía de San Vitor. Había corrida de toros el día de la Asunción y el día de San Roque. Se pagó 150 reales a Juan Pérez de Zalduendo regidor comisario de los toros por encontrarlos y traerlos. Se compraron nada menos que siete toros. Se regaló al alcalde Antonio Fernández de Vicuña un cuero de vino blanco de Castilla de 34 azumbres, a tres reales cada azumbre; regalo que costó 12 ducados, más 2 ducados del cuero y ocho reales que se dio a la persona que fue a Vitoria a traerlo. El vino se dio a la Villa como "tiene costumbre" el día de la Asunción junto con los panes que "se da cada año en el prado de la madura". En 1844 se pagó a Raimundo de Nanclares 176 reales y 32 mrs. por once cántaros y tres cuartillos de vino que dio a los vecinos, a 16 cuartos azumbre.
En la fiesta de San Roque (16 de agosto), se celebraba una de las corridas de toros más importantes. Según datos de 1595 se gastaron 2780 mrs. en la corrida de toros en la plaza de Santa María, en la colacción que se dio a la Justicia y Regimiento viendo la corrida: 446 por cinco libras de carne de membrillo, 221 por una caja de dos libras de mermelada, 221 por cinco libras de otra mermelada, 633 por 22 libras de peras, 133 por tres libras de peras, 336 por tres libras de gragéa, 25 por cinco libras de ciruelas, 54 por tres azumbres de vino tinto, 2 reales por dos melones, 864 por 16 azumbres y cuartillo de vino blanco de Castilla. Para este día se trajo de Narbaja un toro para correrlo; lo trajeron dos hombres a quienes se les pagó 51 mrs. por su trabajo y ocupación. En 1603 se pagaron 1530 mrs. a Diego de Mendixur, Juan de San Román, Sebastián de Zamalloa, Juan de Alecha y Miguel de Ullibarri por el trabajo en la preparación de las barreras que pusieron en la plaza de Santa María.
Una corrida de toros movilizaba a mucha gente, a saber (1708): contratar a los toreadores, hospedaje en la fonda de Pedro Sáez, pastores que vinieron con los toros, mayoral de los toros, José de Alegría, vecino de Zúñiga, que acompañó y enseñó el camino a los pastores de toros desde Zúñiga a Agurain, un clarín que vino de Vitoria para la tarde de toros, dos tamboriteros y dos tambores que vinieron a festejar la función; se hospedaron en casa de un tal Miguel de Salas; éste hizo que los escudos de armas de la Villa adornaran las mantas de los mulos que sacaron los toros muertos, Esteban de Vidal trajo unos fuegos de Vitoria para la función, se trajeron dos lanzas garrochas y banderillas que se trajeron de Vitoria, etc.
Y las fiestas no acababan. Porque todavía había que celebrar las fiestas por excelencia de Agurain los días 5 al 9 de octubre en honor de Nuestra Señora del Rosario; la fiesta de San Nicolás, el día 6 de diciembre(7), y otras fiestas relacionadas con las ermitas(8). Aquellos años sí que eran años festeros. Porque además estaban los bolatines y las comedias(9), las mojigangas(10), las luminarias(11) y otros festejos especiales(12).
Y ¿la música? La música que se escuchaba en las fiestas se reducía casi exclusivamente a la del txistu y tamboril. De hecho existían siempre estos dos personajes: el tamboritero y el tambor. Conocería al tamboritero Diego García de Amézaga, nombrado por la Villa en 1693. Normalmente para las grandes fiestas se contrataba a tamborileros de fuera de Agurain: así los nombres de Gabriel de Unamuno, de Bergara que vino a tocar el tamboril en 1845 el día de San Juan; Manuel Igartuburu, vecino de Oñati, para el 15 de agosto; los tamborileros de Aramaiona y Mondragón; Asensio López de Ilarduya; Juan el gitano, de Ozaeta (1699); Miguel de Zuloeta, Matías de Iriarte, Juan Ruiz de Azua (1679), Ignacio de Gainça (de Narbaja), Pero Fernández de Alangua (de Arrizala), etc. En 1803 se acordaba buscar un buen tamboritero para los días de San Juan y Asunción de Nuestra Señora.
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(6)Consta que ya en el año 1595 se celebraba corrida de toros. En este año se gastaron 1113 mrs. Por los cuatro custieros y carpinteros que se ocuparon en poner y quitar las barreras, más 544 mrs. Por 136 entengas que se compraron para fijar las barreras. El ayuntamiento mientras veía los toros gastó 1285 mrs. en lo siguiente: 118 por veinte libras de cerezas; 420 por cuatro libras y media de mermelada y 238 por dos libras de gragéa y 432 por ocho azumbres de vino blanco de Castilla y 27 por azumbre y media de vino tinto y 50 por dos libras de pasas. Años más tarde se pagaron a Raimundo de Nanclares 154 reales por el importe de once cántaras y cinco y media azumbres de vino gastados en el refresco que se dio a los vecinos y a los de las anejas el día de San Juan de 1844, a precio de 14 cuartos azumbre. En las fiestas de 1848 se añadió al refresco acostumbrado siete azumbres de leche helada y limonada. Se ponían dos gallinas y un gallo en la cucaña. En 1689 se pagaron 16 reales a Juan Ibáñez, vecino de Adana, por tres gansos que se trajeron de su casa para el festejo que según costumbre se celebraba cada año por la mañana. Eran corridos y degollina. En 1679 se pagaron 986 mrs. por tres gansos.
(7)En este día se comían patatas albardadas y lengua de cerdo puestas a remojo de víspera. El día de San Nicolás (6 de diciembre) para los jóvenes reemplazaba al jueves "lardero". Muy de mañana acudían a la iglesia de Santa María para oír misa ante el altar de San Nicolás colocado en la parte del evangelio del altar de la Esclavitud. Los más estudiosos se vestían con distintos trajes según los méritos alcanzados en la escuela; el primero salía vestido de obispo acompañado de los demás escolares recorriendo las calles y cantando: "San Nicolás coronado, que el obispo es y honrado, si nos dáis o no nos dáis,aquí no os detengáis, porque somos escolaros, del glorioso San Nicolás. Aquí estamos cuatro, cantaremos dos, una limosnita por amor de Dios. Y al terminar rezaban un Padrenuestro. Solían recoger monedas, frutas, etc. (también chorizos y huevos), con que el vecindario les obsequiaba, y una vez terminada la visita y cuestación, se congregaban en la escuela, donde el maestro distribuía la cuestación.
(8) El día 8 de septiembre, Natividad de María, los labradores solían acudir a Arantzazu; iban la víspera por la noche o el 8 por la mañana, a pie, por Galarreta, llevando la comida. Los que iban de víspera tenían reservadas habitaciones. El 4 de diciembre se celebraba fiesta en honor de Santa Bárbara, en una ermita de su nombre, camino de Opacua, lugar de oración de los labradores de la comarca sobre todo en las tormentas e incendios. Asímismo se celebraba fiesta en relación con las ermitas de San Esteban de Paternina, Nuestra Señora de Albizua, San Andrés, San Martín, Nuestra Señora de Arana, San Jorge, la Magdalena, Nuestra Señora de Ula, etc.
(9) En 1679 se pagaron 49 reales por los bolatines y titiriteros que festejaron al pueblo en la plaza de San Juan por divertir de la grande enfermedad que corría la Villa. En octubre de 1844 se dieron bolatines durante tres días y se tuvieron comedias.
(10) En 1707, después de la corrida de toros, hubo una mojiganga compuesta por 12 carros representando cada uno diferentes alusiones a los "triunfos de Felipe V, feliz preñado de la Reina, desengaño de los que incurrían en el delito de infidelidad, vilipendio de los herejes y enemigos de los Reyes y gloria de la Católica Religión". Resultó una función "muy lucida y admirada no sólo por los naturales sino por todos los forasteros que aun de la parte de Castilla concurrieron".
(11) Los días de fiesta se prolongaba el día con luminarias que permitían desarrollar algunas diversiones. Así, en 1689 se pagaron 24 reales a Julián Centol y consorte y agricultores de la Villa, por seis carros de ulagas que trajeron a las casas del alcalde, procurador general y regidores para las marchas y festejo de la noche de carnestolendas, según costumbre. En 1679 se pagaron 3428 mrs. a Pedro Martínez de Ordoñana y consortes agricultores por seis carros de leña que trajeron en lugar de ulagas que por la gran nieve no se pudieron traer para las marchas y festejo de la noche de carnaval. En el salón de la Villa para los juegos de mano y otras diversiones públicas se encendían bastantes velas de cera en la araña de la cocinilla.
(12) Con motivo de recibirse la noticia del feliz preñado de S.M. se acordó hacer una rogativa pública con misa en Santa María y procesión general con la Virgen de la Esclavitud, el domingo 13 de enero de 1707. Acabada la procesión y estando el Santísimo presente se cantó un Te Deum. Por la noche se hicieron hogueras y luminarias que parecía ardía el lugar, una máscara o mojiganga de diversas parejas a caballo que dio cuatro vueltas, mientras el pueblo gritaba: Viva la Reina, Viva Salvatierra! bailaba alegre y tomaba vino blanco dado por el ayuntamiento. D. Hipólito de Eulate, procurador general, notició a la Villa y ladio la enhorabuena de la gustosa nueva que el 17 de mayo de 1709 se tuvo de la feliz victoria que las armas del rey Felipe V consiguieron contra los portugueses y sus aliados en el campo de Gudiña el día 7 de mayo por el marqués de Bay, ganándoles todo el tren, bagajes, artillería, estandartes, banderas, etc., por todo lo cual había que dar gracias al Señor de las Misericordias y hacer un regocijo especial en que se alborocen los vecinos. Se acordó que "el primer día de la próxima Pascua del Espíritu Santo, después de la conventual acuda el pueblo a la iglesia de Santa María donde en acción de gracias se diga una misa solemne y cante el te Deum y se repiquen las campanas y a la noche se tengan marchas y luminarias y se saque una danza y con ella acudan todos a la casa de la Villa donde se gaste una carga de vino y para que nadie lo ignorase se eche bando y no falte nadie, se tocó el tambor y tamboril con grandes y repetidas aclamaciones de Viva el Rey Felipe V, Viva la Reina, y Viva el Príncipe de Asturias!; se dio ronda a la Villa, triplicadas danzas de las mujeres porque no se admitieron en la danza principal sacada por el alcalde, José Francisco Fernández de Vicuña, y otros hombres encamisados".
En tiempos de nuestro biografiado ya no existía el palacio-fortaleza de los Ayala, junto a la iglesia de Santa María, orientado hacia San Adrián; construcción de piedra blanca de sillería, tajada, de 22 metros de altura, con dos cubos macizos dando al norte, y entre ellos dos puertas levadizas. Aquí, residió, entre otros, el comunero D. Pedro López de Ayala. En 1592 no había llaves del castillo; estaba abierto, desabitado y ruinoso. Hoy no queda vestigio alguno de esta fortaleza.
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Conocería alguna de las cinco fuentes que había en el pueblo: la de Santa María, la de San Juan, Ugarte, Apategui y Madrid. En el año 1698 se pagaron 187 mrs. a Miguel de Zulueta por el trajo que tuvo en limpiar el arca donde caía el agua de la fuente de Apategui, limpiar el río y dar corriente al agua; y 68 mrs. A Francisco Martínez de Erdoñana, letonero, por componer y asentar uno de los caños de la fuente de Apategui.
En más de una ocasión pasaría por los hornos de Santa María, San Jorge o San Martín(13). En año del nacimiento de José Antonio (1688), se gastaron 9.452 mrs. En echar suelo nuevo y parte de la bóveda de los hornos de San Martín y de San Jorge. Había también hospital, fundado por la Villa(14).
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(13) En 1595 los horneros de Santa María, Joan de Zuazo y Martín de Vizcaya pagaron por su renta anual 30 fanegas de trigo. La renta por el horno de San Martín de los horneros Miguel Sáez de Garibay y Joan Andia fue de 32 fanegas. Mari García de Learán, viuda de Joan Díaz de Hechavarri, hornera de la Zapatería, pagó 26 fanegas de trigo. En este mismo año se pagaron 9.724 mrs. a los canteros Joan de Gaçaeta y Joan Ladrón de San Román por sus jornales y mantenimiento en sacar 100 losas grandes areniscas que sacaron de los montes de esta Villa para hacer los tres suelos de los hornos, pues no se podía cocer bien; más 3.026 mrs. a los mismos por colocar dichas losas. Al cantero Joan de Gaçaeta se pagaron 208 mrs. por dos días ocupados en reparar el horno de San Martín, las paredes que estaban sentidas y rebocar el horno.
El arrendador del horno de Santa María, Martín Díaz de Hechavarri, entregó en 1604 11 fanegas de trigo; el del horno de San Martín, Gaspar de Araya, 10 fanegas, y el del horno de la Zapatería, Juan de Luzuriaga, 17 fanegas. En este mismo año se pagaron 30 reales a Martín de Ugalde, cantero, por diez días de trabajo en la reparación del horno de la Zapatería; 25 reales y medio a Juan de Luzuriaga y a Prudencio de Viana por el trabajo que tuvieron ellos, sus mujeres, bueyes y carros en traer arena y lo necesario para hacer la pared. En el horno de Santa María se gastaron 11.458 mrs. en oficiales, canteros y demás en echar el suelo de piedra arenisca al horno y la piedra que se sacó y acarreó de los montes de Galarreta y en la reparación de hacer la chimenea y espiradero del fuego del horno que se quemó.
(14)En 1678 se recibieron 70 fanegas de trigo de los hornos de San Martín (23 fanegas de Juan de Erripa y Juan Martínez de Musitu), de San Jorge (23 fanegas de Juan de Biana y Martín de Uralde) y de Santa María (24 fanegas de Francisco Ochoa de Opacua y Juan de Erripa). En cambio, en 1698 se recogieron sólo 27 fanegas: 10 del horno de San Juan (Francisco Ochoa de Opacua y Domingo García de Amezaga), 9 del de Santa María (Francisco Díaz de Ocariz y Pedro de Olabe) y 8 del de San Jorge (Diego Martínez de Erdoñana y Martín de Uralde).
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Vocación de mercedario
Tenía catorce años cuando dejó la Villa para ir, con su hermano fray Alejandro, religioso mercedario, al convento de Logroño donde tomó el hábito en 1702, "dando muestras de mucha vocación y gran talento", dice Garí en su Catálogo de los Maestros Generales, y profesó el 9 de marzo de 1704. El ejemplo de su hermano motivaría sin duda el ingreso en la orden mercedaria. Y ambos pudieron admirar figuras mercedarias con motivo de alguna predicación en novenas u otras fiestas. De hecho la primera Cofradía conocida en la Villa de Agurain fue la de la Vera Cruz. En efecto, el día 19 de marzo del año 1552, en público concejo celebrado en la iglesia de San Martín, ante la presencia del alcalde, concejales, cabildo eclesiástico y pueblo, se fundó la cofradía de la Vera Cruz, establecida en la capilla anualmente el día del Corpus.
La jerarquía de la archicofradía se prolongaba al prior y al mayordomo, elegidos o reelegidos cada año. Los cofrades podían ser disciplinantes, penitentes o alumbrantes; los primeros se hacían presentes de modo especial en la procesión del Viernes santo, mientras que a los alumbrantes se encargaban de llevar encendidas las hachas o velas de cera. Durante el año los cofrades procuraban cumplir los fines propios de la archicofradía, tales como: adorar a Jesús en la Cruz, recibir los sacramentos, ejercitarse en obras de caridad visitando a los cofrades enfermos o socorriéndoles en lo necesario, enterrar a los muertos, casar doncellas pobres, procurar la paz entre los desavenidos, ayudar a bien morir a los condenados a la última pena, orar por las ánimas y por los cofrades vivos y difuntos, recitar el oficio y asistir a los actos religiosos de la Cofradía, que además de los ordinarios y días de semana santa, eran el día 3 de mayo y 14 de septiembre en honor dela Santa Cruz.
El retablo de la archicofradía lo hizo Martín de Aranalde, vecino de Santa Cruz de Campezo, en 1669. Dña. Magdalena Martínez de Salinas fundó con mil ducados y un arriendo en Eguileor una dotación de huérfanas. En 1594 Martín Martínez de Oquerruri gastó 12 ducados por elpalio de la Cofradía de la Vera Cruz que se llevaba a los oficios de difuntos, con lo cual se ingresó cierta cantidad de dinero para el funcionamiento de la Cofradía. recordamos a los siguientes cofrades reunidos en 1784: Joseph Sáenz de Elordui (abad), Francisco Millán de Segura (prior), Francisco Pablo de Musitu, Melchor Iñiguez de Heredia, Asensio García de Vicuña, Domingo Sáenz de Albéniz, Juan Joseph Centol, Andrés de Luzuriaga, Luis González de Adana, Antonio de Calle, Juan Joseph de Zanguitu, Manuel Pérez de Albéniz, Nicolás de Iturburu, Thomas de Villareal, Manuel de Gorrochategui, Lorenzo Martínez de Nanclares.
Dentro de la archicofradía de la Vera Cruz surgió la Cofradía de Animas; la presidía el señor cura y los cofrades eran todos de Vera Cruz. Tenía dos mayordomos. En el año 1803 constaba su existencia, así como la Cofradía de San José, con su abad y mayordomo. La mayoría de sus cofrades procedían también de Vera Cruz. Si algún vecino o morador no era cofrade y enfermaba o moría y deseaba serlo, se le hacía el sufragio de la Misa y se llevaba hachas encendidas. En 1795 no hubo Cofradía por la guerra contra Francia y estar cercana a la Villa las tropas francesas. El predicador de la cuaresma de este año fue fray Juan de Cañas, mercedario; se gastaron 500 reales por los sermones de tabla que predicó y 100 reales por los sermones que de su voluntad añadió y predicó y por las pláticas espirituales que hizo las tardes de los días de fiesta de la cuaresma. Obtuvo regalos por un valor de 3.036 m.: en carnestolendas un cuarto de carnero, dos capones y dos azumbres de vino y el primer día de cuaresma 7 congruas. Y la víspera de Pascua de Resurrección un cuarto de carnero, dos capones y una garrafa de vino.
Contemporáneos del joven José Antonio fueron los hermanos Eulate, José y Bernardo, que se fueron para jesuitas. El primero ingresó en el noviciado de Villagarcía de Campos, el 4 de marzo de 1716, y al año siguiente, el segundo. Un Pedro Pérez de Mezquía nacía en Vitoria el mismo año que lo hiciera nuestro biografiado: 1688. Había profesado en el convento de San Francisco de Vitoria en 1704. Siendo predicador en el Colegio franciscano de Sahagún (León) en 1715, marchó destinado al Colegio de Misiones, llamado de Santa Cruz, en la bellísima ciudad de Querétaro(15). Maestro y precursor de fray Junípero Serra, puso las bases de la evangelización de la península de California, tras haber llevado a cabo una importante labor misional en Texas. Realizó varias expediciones en 1738, 1742 y 1749. En 1744 comenzó la labor de organización de las misiones de Sierra Gorda (San Miguel de Conca), San Francisco de Tilaco, Nuestra Señora de la Luz de Tancoyil y Santiago de Xalpán. Otro franciscano alavés de este tiempo fue fray Marcos de Mezquía, misionero en la provincia mexicana de Zacatecas. Enviado a la conversión de la tribu de los caribes, logró salir de entre ellos, pero con una pérdida total del juicio, muriendo en esta triste situación hacia 1720.
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(15) Primer Colegio de Propaganda Fide en América Latina.
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JUAN ALVAREZ DE EULATE Y DIAZ DE SANTA CRUZ
Del mismo pueblo de Agurain y del mismo tiempo que José Antonio López de Mezquía, sería el que fuera obispo de Málaga, Juan Alvarez de Eulate y Díaz de Santa Cruz. Nació el 12 de agosto de 1683. Bautizado en la parroquia de Santa María con el nombre de Juan Hipólito el día 16, fueron sus padres, Gerónimo de Eulate y Josefa Díaz de Santa Cruz. Fue colegial mayor en Beca, canonista en el de Santa Cruz de Valladolid, en donde entró en 1709, habiéndolo sido antes en el de Santa Catalina de los Verdes, de la universidad de Alcalá. Por el mes de marzo de 1712, el obispo de Valladolid, Mons. Oreytia le nombró Visitador general y en febrero del año siguiente, Mons. Soto, obispo de Osma, le hizo su provisor y gobernador. Por noviembre de 1715, el inquisidor general le confirió plaza de fiscal en Valencia, y a los dos años lo ascendió a inquisidor del tribunal con voto. En diciembre de 1718, el Consejo de la suprema inquisición le promovió a Granada. El Sr. Orve, le nombró en 1736, inquisidor general de Corte. Dos años más tarde, el rey le dio la fiscalía del Consejo de la Suprema y en
noviembre de 1741, la plaza entera del mismo Consejo. En octubre de 1744 fue nombrado obispo de Málaga. Fue elegido el 25 de enero de 1745 y consagrado obispo el 27 de mayo del mismo año, jueves de las Ascensión, en Madrid, por Juan Elías Gómez Terán, obispo de Orihuela; asistido por Lorenzo Taranco Majaurieta, obispo de Gerona, y por José Antonio Pérez Arellano, auxiliar de Toledo. Se dice que gobernó la diócesis con particular vigilancia. Se distinguió por su extraordinaria prudencia y por la magnanimidad de su caridad con los pobres, especialmente en la gran carestía que padeció Andalucía en los años 1751-1752. Por socorrer a los pobres dio las rentas de su rico obispado y vendió sus coches, pontificales, alhajas, muebles, etc. llegando a ser el prelado más pobre de España. Falleció en Coín, villa de la diócesis, el 16 de septiembre de 1755, a los 72 años de edad y fue enterrado en la iglesia catedral de Málaga. Con motivo de su nombramiento episcopal el Ayuntamiento de Agurain celebró la noticia con gran regocijo como consta en el Libro de Actas del año 1746:
"Y que siendo estas noticias de tanta onrra para la Villa se determine lo que se deberá hacer en demostración de tan feliz noticia... den la enhorabuena a los señores Dn. Gerónimo de Eulate y Dn. Ipólito de Eulate... manifestando el regocijo y contento con que la Villa ha celebrado su exaltación, y que el señor Procurador general a costa de propios haga traer mañana (23 de noviembre) lunes seis carros de ulagas para hacer marchas con repique de campanas, tamboriles y danzas... y prontamente se diga una misa cantada solemnidad y con el te Deum laudamus...".
Los mercedarios(17) estaban en Logroño al menos desde el año 1299. Y su maestro general o comendador, Fray Juan de Rojas, asistió al Capítulo General de 1317. El convento estaba fuera de las murallas de la ciudad, pero a finales del siglo XV dejó su edificio a la Inquisición trasladándose al interior. En la actualidad es un hotel. ¿??
En este convento de Logroño el joven aguraindarra estudió la filosofía; después pasó al colegio de Vera Cruz de Salamanca, donde estudió teología, dedicando una tesis teológica al Cabildo de la Villa de Agurain-Salvatierra. A esta comunidad salmantina llegaban los mercedarios para graduarse en Derecho Canónico, pues Teología no la hubo hasta el año 1395 en que la erigió el Papa Benito XIII. Por el año 1410 estuvo allí predicando San Vicente Ferrer y logró la conversión de gran número de judíos. Los conversos dieron la sinagoga para convento de la Merced, que tomó el nombre de la vera Cruz, abandonando la casa primitiva en el arrabal del Puente. Desde entonces abundarían más los graduados en Teología, aunque no faltaban los canonistas. Se puede decir que de este centro mercedario salió todo lo bueno que tuvo la Provincia de Castilla en superiores, escritores, obispos y misioneros.
Entre Logroño, Salamanca y Burzeña
Tenía 22 años el joven José Antonio cuando fue ordenado sacerdote (1710), y en oposiciones que hizo en el colegio de Segovia(18) fue nombrado lector de artes de Burceña (Bizkaia). El Burceña de hoy se parece muy poco al Burceña que conoció fray José López de Mezquia. Aquel poblado tranquilo a orillas del río Kadagua, aquellos prados y aquel puente, ha quedado absorbido por la industria pesada y las modernas autopistas. Burceña hoy, es un barrio del municipio de Barakaldo, a la orilla izquierda de la ría de Bilbao, al borde del río Kadagua antes de su desembocadura en dicha ría. Zona densamente poblada y una de las más industrializadas de los alrededores de Bilbao.
De aquel convento mercedario(19) fundado en el año 1384 por la generosa donación del Conde de Ayala, Fernán Pérez, fue cuna de ilustres y virtuosos frailes como Fray Juan de Zorroza, primer mártir vizcaino en Baza (1482); Fray Martín de Murua, misionero
guerniqués en las orillas del lago Titicaca; Fray Juan de Ayala, guipuzcoano, Gabriel Landa, nacido en Elorrio y santo misionero en Perú, fray Miguel de Alonsótegui, autor del libro Crónicas de Vizcaya, Martín de Samunde, maestro en Teología, Domingo de Zabala, catedrático en Alcalá, Pedro de Salazar, obispo de Salamanca y Córdoba, Miguel de Aguirre, redentor de cautivos, fray Juan Bautista Zengotita-Bengoa y Ariño, obispo de Puerto Rico(20), y tantos otros. De aquel convento, queda muy poco: la plaza dedicada al navegante Juan de Zubilleta, que hizo sus primeros estudios en la escuela abierta por los mercedarios, o la calle Fr. Juan de Zorroza(21), o la iglesia de la Merced.
De Burceña pasó a Salamanca a leer teología, cuya lectura continuó por ocho años. He aquí al hijo de Agurain hecho un estudioso y un buen fraile. Después de estos ejercicios literarios fue destinado por sus superiores como socio del obispo de Tarazona, fray García Pardiñes, también mercedario. Comisionado por su obispo fue a Roma para presentar y defender la causa que seguía dicho obispo contra los cabildos eclesiástico y seglar de la ciudad de Teruel sobre la incorporación del Deanato de esta iglesia a su dignidad episcopal en cuanto al título y jurisdicción de dicha prebenda; y habiendo logrado providencia favorable, regresó a España.
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(17) Los mercedarios son llamados así por pertenecer a la Orden de Nuestra Señora de la Merced, para la redención de los esclavos y cautivos, fundada en Barcelona en el año 1218 por San Pedro Nolasco. La Orden de la Merced nace en un siglo en el que la cautividad fue un fenómeno muy presente en toda Europa, debido a los fuertes enfrentamientos entre el mundo cristiano y el mundo musulmán que duraron más de seiscientos años y que produjeron numerosísimos prisioneros de guerra por ambas partes, considerados "cautivos" es decir, auténticos esclavos. En los reinos islámicos el número de cautivos cristianos en poder de los sarracenos era muy considerable en el siglo XIII. La cautividad se convirtió en un problema social, político y religioso de primera magnitud. Un cristiano cautivo en poder de los sarracenos corría el riesgo de tener que renegar de su fe. Ante esta situación la Iglesia no podía permanecer insensible. De ahí la idea de liberación, rescate o redención de lugares cristianos y de cristianos, en poder de los musulmanes, sacudiera la conciencia de la cristiandad medieval. Surgieron las Cruzadas, las Ordenes religiosas militares y las Ordenes religiosas Redentoras, entre éstas últimas, la Orden de la Merced. Los caminos del cautivo hacia la libertad podían ser la fuga, la apostasía, la autoliberación con sus propios bienes, el canje, la manumisión o puesta en libertad por decisión del dueño o por imperativo legal, y la redención o pago del rescate en moneda o en especies, por parte de tercera persona como en el caso del religioso redentor.
Desaparecida la esclavitud tradicional, en 1880 la Orden mercedaria se proyectó hacia las misiones y la formación de los jóvenes. Después del Concilio Vaticano II, los mercedarios volvieron a sus orígenes de liberación de esclavos, pero ahora teniendo en cuenta las nuevas formas de esclavitud social, política, psicológica, etc. Cualquier situación, en definitiva, que se oponga al mensaje del Evangelio. Su espiritualidad se caracteriza por la imitación de Jesús en su cualidad de Redentor del género humano. A esta imitación de Jesús Redentor va unida la devoción a la Virgen de la Merced. Para la historia de la Orden mercedaria: La Orden de Santa María de la Merced (1218-1992). Síntesis histórica, Biblioteca Mercedaria VI, Roma 1997.
(18)Esta fundación en Segovia (1367) se debió a la generosidad de Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, gran bienhechora del convento de Guadalajara.
(19)Sobre este convento,se puede consultar el Boletín de la Real Sociedad Vascongada d Amigos del País, III (1956) 297-309.
(20) Alday J.M., De Berriz a Puerto Rico pasando por Burzeña. Biografía de Fray Juan Bautista Zengotita-Bengoa y Ariño. Puerto Rico 2008, pp. 170.
(21) Fue martirizado en Baeza en el año 1482 por animar la fe de los cristianos cautivos cuando los moros están exasperados a causa de la toma de Alhama por los Reyes Católicos. Pasó muchos días en la cárcel padeciendo toda clase de injurias. Sacado a la calle para ser exhibido con escarnio, fue entregado a los muchachos que lo mataron a cañazos. Con él fue martirizado también fray Juan de Huete.
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El de Agurain en Roma
En el Capítulo General de la Orden mercedaria, celebrado en Valencia el año 1726, fray José Antonio López de Mezquia, fue nombrado Procurador y Vicario General de Italia, oficio que hubo de aceptar por obediencia; llegó a Roma y tomó posesión de su cargo el 6 de enero de 1730. En el siguiente Capítulo General del año 1732 fue confirmado en los mismos empleos. Consiguió del Papa Clemente XII, una Bula que contenía en resumen todos los decretos de la Sagrada Congregación de Ritos sobre la santidad y culto inmemorial de San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, pero se suspendió la expedición porque, según afirma Fray Lorenzo de Uguet, regente y secretario, subía mucho el gasto. Alcanzó también para la Orden, entre otras cosas, el Oficio y Misa de San Serapio, mártir, con rito doble y oración propia; así como la aprobación del Libro de afectos devotos y algunos billetes del venerable Fr. Pedro Urraca.
El 24 de enero de 1731, citado por los frailes trinitarios a comparecer ante el Auditor del Papa, intentando se volviese a proponer en la Congregación de Ritos la
causa del Oficio del Remedio, y habiendo concurrido Fr. José López de Mezquía el 26 de dicho mes, declaró el Auditor no tener lugar la Instancia de los trinitarios, por haber presentado el celoso Procurador un Decreto favorable de 21 de enero. Pretendieron de nuevo reasumir la causa los trinitarios, citándole por segunda vez para el 3 de abril, pero el P. Mezquía expuso al Papa las cosas, consiguiendo el 11 de mayo un Breve, confirmando el precedente Decreto, y otro Breve del 29 de julio de 1730, y las dos sentencias que en juicio contradictorio obtuvo la Orden mercedaria del Auditor del Papa contra los trinitarios a quienes se les impuso perpetuo silencio en dicha pretensión.
Todo lo cual puede dar una idea de las dotes diplomáticas y canónicas romanas de aquel niño aguraindarra. Intervino en conflictos internos de la Orden así como en otras actividades de su cargo. Así, el 2 de abril de 1734 alcanzaba de la Sagrada Congregación de Ritos el Oficio propio de San Pedro Pascual, obispo y mártir, con rito doble de segunda clase y octava. El 20 de diciembre de 1737 consiguió del Papa Clemente XII un Breve por el que se concedía a los ex Maestros Generales de la Orden la facultad de poder decir isa en oratorio privado. Y unos días antes, el 7 de diciembre, consiguió elevar a rito de segunda clase los Oficios del Santísimo Redentor, Patrocinio de María y Todos los Santos de la orden. En ese mismo año obtuvo de la santa sede la confirmación apostólica in perpetuum de todas las elecciones de Maestro General hechas canónicamente sin que haya necesidad de recurrir a la santa sede en cada elección, sino que el que fuere legítimamente elegido, quedase ipso facto confirmado. Extendió además Letras fundando las Cofradías de la Merced: en la iglesia de San Pascual Bailón de Moidolfo en 1733; en Diano, diócesis de Capua y en la colegiata de Sarna en 1734, etc.
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Maestro General de la Orden Mercedaria
Habiendo nombrado vice-Procurador al P. Lector Fr. Bartolomé Gisbert, Comendador de Santa Ursula de Nápoles, fray José Antonio partió de Roma dirigiéndose a Zaragoza para tomar parte en el Capítulo General de la Orden, en donde el 24 de mayo de 1738, vigilia de Pentecostés, fue elegido Maestro General que gobernó con admirable prudencia durante seis años, siendo a todos modelo de vida mercedaria, hermanando la ciencia con la virtud.
En las Actas de aquel Capítulo General leemos:
"En la Ciudad de Zaragoza, Sabado 24. de Mayo de 1738. años, dicha la Miffa del Efpiritu Santo, y precediendo las demás circunftancias, que mandan nueftras Sagradas Conftituciones, falió
canónicamente, y por Votos conformes, electo Maeftro General de todo el Real, y Militar Orden de nueftra Señora de la Merced, Redención de Cautivos, N. Rmo. P. M. Fr. Jofeph de Mezquia, Procurador General en la Curia Romana, y Vicario General de Italia, à quien todos los Capitulares y Conventuales dieron la oebediencia..."(22)
Lo cierto es que renunció por tres veces dentro del cónclave capitular, pero tuvo que aceptar en virtud de santa obediencia(23). Durante su mandato pondría glorioso remate a la obra de los Seminarios, iniciada cuarenta años antes por el Rmo. Fray Juan Navarro:
"Desde el mismo capítulo de su elección – escribe Ramón Serratosa, p. 134- se declaró el nuevo General aficionado al ejercicio santo de la Misión y comenzó a mirar a los cuatro Seminarios de España, con especial afecto y benevolencia. Pidió al P. Echeverz vasto informe del estado de estas casas; le dio muy particulares gracias por el infatigable celo con que se había dedicado o dedicaba a la misión; ofreció concurrir a los cimientos de tan santa obra con las mayores veras; designó y estableció con la autoridad suprema de su oficio, por colegios o Seminarios, los cuatro Conventos del Pilar, en la Provincia de Aragón, de Moratalla en la Provincia de Andalucía, de Olmedo en la de Castilla, y de Burriana, en la de Valencia; dispuso para la conservación y aumento de los Seminarios, algunos Estatutos y Ordenanzas llenos de sabiduría, dirección y suavidad; y recurriendo después a Ntro.Smo. Padre Benedicto XIV, impetró Bula de aprobación y confirmación, que puso al fin de nuestras sagradas Constituciones, las que hizo en su gobierno benignísimo".
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(22) Se ha respetado la ortografía del original.
(23) Cfr. Serratosa Queral, Ramón, Los Padres Montagudo, Echeverz y Vila, fundadores de las misiones mercedarias en España (1657-1780). Obra inédita, mecanografiada, en folio mayor 151 folios. En el capítulo VII (pp. 104-113) examina y comenta lo que el P. López de Mezquia hizo por el acrecimiento de los Seminarios de Misiones.
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Siendo Maestro General de la Orden de la Merced logró que se colocara una estatua de San Pedro Nolasco, fundador de la Orden en la basílica de San Padro en el Vaticano. (De)"hechura preciosa y perfectísima de mármol, año 1742 que, en verdad ya años echavan a menos y reprendía su omisión a sus predecesores, quando casi todos los Fundadores Sagrados de Religiones tenían ya la suya. Esto lo devemos a este zeloso General; y debiéramos más, si la inscripción que pudiera poner muy cumplida (y más en Ciudad en que nuestro Orden es menos conocido que en España donde se fundó) no fuese tan escasa y diminuta; pues dice así: "S. Petrus Nolasco Ordinis Beatae Mariae Virginis de Mercede Redemptionis Captivorum Fundator". Como si el ser Celeste, Real y Militar le fuese disputable. El artífice fue el célebre escultor Pablo Campi o del campo; y ese inventó la estampa y exemplar para abrir lámina de más de dos palmos y medio y más de palmo y medio de ancha, de que a la vista tengo un exemplar y con permiso de los superiores abrió en Roma Miguel Sorelló, en que puso la subscripción siguiente: "Exemplar Statuae Marmoreae, quae in Basílica Vaticana protoparenti Suo Idem Regalis ac Militaris Ordo erexit, a. 1742. Paulus Campi invenit et in marmore sculpsit = Michael Sorelló incidit Romae. Super.perm."(24).
El P. Anselmo Dempere, en el citado manuscrito, hace de López de Mezquia el siguiente elogio:
"Que tiene este Rvdmo. Buena intención y afición al mérito no puede dudarse, si se antiende con indiferencia a sus obras. Y aun lo que parecía displicencia impertinente tenía la probidad de no querer ser cómplice de desahogos y vaciedades que combatiesen con la Religiosidad, Modestia y Compostura. Sin salir de esta Provincia, cuando vino a celebrar Capítulo la 1ª vez, reprendió a Fr. Franco, por su mirar desahogado al ir a besarle la mano. Y a Fr. Mariano Lanzano (hoy, Predicador Jubilado), al pensar le regalaría por el "Tota Pulchra" repicado que cantó, diole severa fraterna (corrección) y orden al Maestro de novicios y Coristas que le diese una disciplina; y con ello aprendiera a cantar con gravedad y modestia propio de Religiosos y único que agrada a Dios".
Más importante que su gestión para que se colocara dicha estatua fue su preocupación, ente otras, de dar forma a una experiencia de predicación liberadora o misiones populares. Así, con Decreto del 23 de octubre de 1740 publicaba los Estatutos de los colegios y seminarios de misiones, con los cuales se propuso dar una estructura y organización más adecuadas a la finalidad para la que habían sido fundados. Estos colegios o seminarios eran casas a donde afluían los religiosos preparados o que debían prepararse para ir a misiones entre los fieles con la predicación, las confesiones y explicación de la doctrina cristiana.
Estos Estatutos fueron aprobados por el papa Benedicto XIV con la bula Explicare verbis non possumus, del 24 de marzo de 1741, en la cual decía el Papa que de los mercedarios "algunos se dedican a librar al prójimo de la tiranía de los turcos, otros a enseñar los misterios de la fe católica, y otros a confirmar a los fieles en la misma fe, con gran fruto para las almas". También hacia América se extendió el sistema de las misiones populares y la creación de Colegios de Misiones(25).
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(24)Se lee en un manuscrito del célebre archivero del Monasterio de El Puig, Fr. Anselmo Dempere, coetáneo de Mezquía. El manuscrito se titula Necrologio Mercedario.
(25)El texto latino de dichos Estatutos lleva por título: Statuta, et ordinationes, quae tam in erectis, quam in erigendis Missionum Collegiis et Seminariis regalis ac militaris ordinis B.V.Mariae de Mercede Redemptionis Captivorum observari debent ab ómnibus et singulis Patribus Missionariis.
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Obispo de Solsona
Concluido el sexenio de su gobierno, que gobernó con admirable celo, tino y prudencia; modelo de virtud y moviendo con su ejemplo a la perfección de la vida religiosa, se retiró al convento de Olmedo, donde el día 5 de junio de 1746 recibió aviso de que el rey Felipe V le había nombrado obispo de Solsona, nombramiento que aun renunciándolo firmemente lo aceptó por obediencia(26). Recibidas el 14 de septiembre de 1746 las bulas pontificias de Benedicto XIV, a quien había tratado durante su estancia en Roma, fue consagrado obispo el 30 de noviembre de 1746 en la iglesia del convento mercedario de Madrid, por Pedro Clemente de Arostegui, coadministrador de Toledo; asistido por Antonio Milón López, abad de San Ildefonso, y por Juan Antonio Pérez Arellano, auxiliar de Toledo.
Llegó a Solsona el 21 de enero de 1747, aunque había tomado posesión el 30 de noviembre del año anterior. El 6 de marzo de este mismo año expidió los edictos para el sínodo que celebró los días 11 y 12 de abril; y en él, entre otras cosas, se dispuso la reimpresión de las Constituciones Sinodales de la diócesis que acompañó de unos documentos y avisos espirituales dirigidos a sus diocesanos, sobre la veneración de las iglesias, frecuencia y devoción de los sacramentos de la penitencia y eucaristía, debida observancia de las fiestas y la buena educación de los hijos. En 1748 dirigió una Carta pastoral, docta y llena de unción, a todos los eclesiásticos del obispado. Fue impresa en Barcelona por los herederos de Josef Giralt. En ella animaba a los sacerdotes a emplear todos los días algún tiempo en leer y meditar algún libro espiritual; a rezar el Oficio divino y celebrar la Misa con gran atención y devoción, y a huir con toda solicitud el comercio de los hombres, y principalmente el trato con mujeres.
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(26)Cfr. Costa Bofarull Domingo, Memorias de la Ciudad de Solsona y su Iglesia, Editorial Balmes, Barcelona MCMLIX, al referirse al nombramiento de obispo de Solsona, escribe: "Esta noticia fue tan improvisa para el prelado y tan ajeno de sus ideas de retiro, que desde luego se declaró para la renuncia. El General de su Orden el Rmo. Mtro. Fray Miguel Leranos le escribió con mucha eficacia, persuadiéndole debía admitir la gracia del soberano. Pero lejos de dare por convencido, en carta de 5 de junio de 1746 (en cuyo día firmó el rey la Real cédula de esta gracia) manifestó al General su resolución de no aceptarla, y que suspendería por entonces la formal renuncia, esperando su licencia para hacerlo en la debida forma, alegando para ello su poca salud, y muy humildemente la falta de fuerzas para sobrellevar tan pesada carga. En 8 de junio contestó al Sr. D. Francisco Campo de Arbe, diciéndole que las leyes de su Religión a cuya observancia estaba estaba ligado por voto, no le permitían dar por entonces su respuesta en los precisos términos que le significaba, ofreciéndose a ejecutarlo con la posible brevedad. Así ganaba tiempo para esperar la licencia de su General para la renuncia. Mas como éste se negase a ello, y le mandase admitir la gracia de Su Majestad sin dilación, se conformó humildemente con la voluntad de su superior. Escribió con fecha de 15 de junio al Sr. Arbe, y en 18 al confesor de Su Majestad, el P. Jaime Antonio Lafeure, manifestándoles que se conformaba con la voluntad del Rey y que aceptaba el obispado".
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Durante su episcopado logró la implantación de dos comunidades religiosas dedicadas a la enseñanza: los escolapios (1757) y las religiosas de la enseñanza (1758), en vez de monjas clarisas. En la Corte y en toda España se le llamaba el Obispo santo. Fue varón eminentísimo en virtudes, y pastor muy solícito en el cumplimiento de sus deberes episcopales, hasta el punto de no escasear en un corto espacio de tiempo sus visitas al territorio de la diócesis. Amó con entusiasmo la pobreza personal, de que más de una vez dio señaladas muestras, siendo por tanto extraordinariamente generoso con los pobres, que llegaron a consumir todo su patrimonio. Refiere el maestro Garí que el mayordomo agotó un día la sopa que distribuía cuotidianamente, y al ver que quedaba una multitud de pobre sin ella, tapó la olla, subió al palacio y dijo al obispo que habían acudido más pobres de lo acostumbrado. Mons. López de Mezquia respondió: Vuelva Vuestra merced a la olla y distribuya, que para todos hay. Obedeció por respeto, quitó la tapa y halló sopa para todos.
Promovió la devoción a Nuestra Señora de la Merced en todas las parroquias de la diócesis. En la misma Catedral edificó una hermosa capilla dedicada a Nuestra Señora de la Merced a un lado de la de San Pedro que adornó con un grande retablo, lámpara de plata, confesionarios y barandilla para la comunión; hoy sigue llamándose Capilla de Nuestra Señora de la Merced. Si fue observantísimo religioso, no fue menos celoso pastor a lo largo de 26 años, hasta que murió pobremente en su sede de Solsona, el 9 de septiembre de 1772, a la edad de 84 años. El día 11 se le dio sepultura en la iglesia catedral, en la capilla dedicada a Nuestra Señora de la Merced, junto a la grada de la barandilla de la comunión en un sepulcro que él mismo había mandado fabricar. Años más tarde, siendo obispo de Solsona otro religioso mercedario, el Rvdmo. P. Pedro Nolasco Mora y Mora, fue inhumado en la misma tumba del obispo López de Mezquía, el religioso mercedario, lego, Fr. Francisco Constant, que falleció el 6 de diciembre de 1796. Dicho religioso era conventual del convento de la Merced de Barcelona y Familiar del obispo Mora, y "se le dio sepultura eclesiástica a su cadáver el día siete de los referidos mes y año en la misma sepultura y propia del Ilm. Y Rm. Señor Dn Fr. José de Mezquía, situada en medio, inmediata al pie del Presbiterio de la Capilla de N. Sra. de la Merced de la Catedral Iglesia"(27).
Desde el día 25 de enero de 1759 tenía escrita y firmada de propio puño una carta, cuya carpeta decía: Carta del Illmo. de Solsona para entregar al muy Iltre. Deán y Cabildo de dicha ciudad luego de muerto el obispo. Verificado, pues, su fallecimiento, se abrió y leyó en cabildo dicha carta que es del tenor siguiente:
"Muy Sr. mío: Siguiendo el exemplo (o! si yo le imitara en todo) de un insigne prelado de España que en los principios de esta centuria pasó a mejor vida y previniendo que mi inevitable partida a la eternidad no dista mucho de este día, y que puede suceder sea repentina, o de tales accidentes que no me permitan el consuelo de encomendarme afectuosamente a las oraciones de V.S. y en sus sufragios, me prevengo diciendo en esta humilde carta lo que puede suceder no pueda manjifestar a V.S. con viva voz.
Lo 1º, postrándome desde aquí con sinceridad y verdad a los pies de cada uno de los que componen el respetable cuerpo de V.S., les pido y ruego con ingenua confesión me perdonen los innumerables defectos que conozco he tenido en el servicio de esta mi santa iglesia en el formidable ministerio de indignísimo prelado suyo; y temiendo también la estrechísima cuenta de las faltas que no conozco, y apelando en unas y otras a la misericordia e infinita benignidad de Dios nuestro Sr. y a la caridad de V.S. imploro de todo corazón el perdón de de todas ellas.
Lo 2º, conociéndome y declarando por uno de los abominables pecadores con quienes el Sr. se ha dignado manifestar sus mayores piedades, ruego muy encarizadamente a V.S. se sirva manifestar alguna parte de su gran piedad cuidando que en falleciendo yo se digan por mi alma las misas que según estilo se mandaron decir por cada uno de los Illmos. prelados mis predecesores; y considerando compasivamente que por haber sido yo el más indigno de todos, seré el más necesitado de tan eficaces socorros espirituales.
Lo 3º, que V.S. se digne mandar seriamente que por ningún modo se execute en mi cuerpo la inútil y siempre mal executada operación de embalsamarle, y que lo que en esto se había de gastar se dé de limosna a los pobres; pues a el haberse de tardar en las disposiciones de entierro y sepultura se puede ocurrir con otros medios fáciles y usuales, sin que se compre uno que puede llamarse ceremonia indecentísimamente executada.
Lo 4º, que mi siempre reprehensible tibieza, o el embarazo de las visitas personales que he hecho en las iglesias de este obispado (y otras ocupaciones que el tiempo y otras causas ocultas me han ocasionado) o verdaderamente el mucho amor con que he mirado y miraré siempre a V.S. me ha hecho deponer sin violencia la severidad de juez y trocarla gustosamente en amistosa afabilidad de hermano, han sido la causa de no haber hecho la visita de esta santa iglesia catedral; por tanto para descargar en algo el peso que esta omisión causa en mi conciencia repito a V.S. con toda mi alma lo que por medio de una carta y de la voz viva del Sr. deán expuse en punto de residencia y de otras cosas de mayor importancia; siendo indubitable que cada individuo de V.S. ha de dar como yo a Dios estrechísima cuenta del cumplimiento de nuestras obligaciones.
Lo 5º, para que V.S. experimente que mi amor y deseo del crédito de V.S. para los términos de la vida, permítaseme el rogar y encargar a V.S. que ponga especialísimo cuidado en el nombramiento de los Sres. que hubieren de ser Visitadores de los partidos de este obispado. Es de mucha importancia que en esto ponga V.S. más diligencia que en todo lo demás de su gobierno: y sacrificando en las aras del respeto el no expresar los motivos de esta reverente insinuación: diré solamente que la hago para no morir sin el consuleo de no haberla omitido. Creo que esta sola expresión bastará para que la superior dirección de V.S. disculpe en esta parte mi ruego y encargo.
Lo 6º, dexando con vivas ansias la conservación y decencia de la capilla de nuestra SSma. Madre de la Merced (cuyo nombre o título sabe V.S. no fué elección de mi Religión sagrada, sino expresa voluntad de Dios manifestada por su propia boca) que se venera en nuestra Sta. Iglesia con gran consuelo y no poco aprovechamiento espiritual de muchos de dentro y fuera de esta ciudad y con crecido número de indulgencias parciales y plenarias; ruego a V.S. "invisceribus J.C." se sirva recibir baxo de su especial devoción y protección la expresada capilla o como cosa muy suya, pues no puede dexar de serlo, habiéndose fabricado a expensas mías.
Esto es lo que siguiendo el dictamen del exemplar prelado que cité al principio sin nombrarle, y valiéndome de sus mismas palabras me ha parecido proponer a V.S. asegurando que si por la infinita bondad y misericordia de Dios, y por los infinitos méritos de nuestro Redentor J.C. y por la poderosísima intercesión de nuestra SSma. Madre de la Merced conseguirá mi pobre alma la felicidad de la perseverancia final que por mis infinitas culpas tengo tan desmerecida, tendré a V.S. muy presente para rogar a Sus Magestades le concedan todo cuanto puede desear en esta vida y en la eterna. Así lo prometo muy de corazón con la gracia del Señor; y repitiendo a V.S. mis reverentes súplicas, ruego con lo íntimo de mi alma a su divina Magestad se digne conceder a V.S. un prelado que corrija mis innumerables yerros y omisiones...".
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(27) Libro de Difuntos del convento de Barcelona, (s. XVIII), custodiado en el Archivo del Monasterio de El Puig de Santa María. Texto original en catalán.
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El Cabildo, que profesó siempre singular afecto a este prelado, observó muy exactamente lo previsto en dicha carta, en cuya lectura derramaron copiosas lágrimas. Fue varón eminentísimo en virtudes, y pastor muy solícito en el cumplimiento de sus deberes episcopales, hasta el punto de no escasear en un corto espacio de tiempo sus visitas al territorio de la diócesis, y la celebración de nueve sínodos, concilios, etc. Amó con entusiasmo la pobreza personal, de que más de una vez dio señaladas muestras, siendo por tanto extraordinariamente liberal con los pobres, que llegaron a consumir todo su patrimonio. En 1757, época en que ya regía aquella iglesia, fundaron en ella los Escolapios, a lo cual contribuyó no poco la caridad
y buenas disposiciones del obispo Mezquia, y al año siguiente se instalaron también las religiosas de la Enseñanza.
Fue autor de una Demostración auténtica que desvanece las imposturas y calumnias, con que un papel intitulado: "Dolorosos llantos", impreso con el supuesto nombre de D. Bartolomé Buytrón, Presbítero, se intenta difamar al Illustrísimo Señor Obispo de Tarazona, dada a la imprenta en Madrid en 1729. (Al final:) "Y assi lo siento, y firmo en Tarazona, a 15 de setiembre de 1729". Son 34 folios. El obispo era el mercedario Fray García de Pardiñas.
Habría que reseñar diversas hojas y breves folletos que manifiestan su trabajo como Procurador, Maestro General y Obispo. Así:
Una hoja (26,5x38,5), con el Breve del Papa Clemente XII, confirmando un Decreto de la Sagrada Congregación, de 21 de enero de 1730, en favor de la tesis mercedaria, contra el rezo de los trinitarios a N.S. del Remedio.
Otra hoja (19x27), con el Decreto que hace constar el valor de los Procesos Ordinario y Apostólico de la Causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Pedro Urraca. El P. Mezquia consiguió con esto revocar otro Decreto del 20 de enero de 1731, en que se hacía constar lo contrario.
Un folleto impreso de cuatro páginas en folio, con la fecha de 25 de octubre de 1738, titulado Convencimiento de la ninguna reflexión con que el R.P.M. Fr. Diego Tello dió a la pública luz un manifiesto con el título de "Demostración de la Verdad".
"Sumario de las Indulgencias, y gracias concedidas por los Summos Pontífices á a las Cofradías de N. Señora de la Merced...". Volúmen en 81, de 30 páginas. Impreso en Cádiz, 1743.
Un volúmen de 55 páginas con una Circular, Ordenanzas y Sumario de Indulgencias del "discreto, fervoroso, inimitable, y ardiente zelo del Reverendísimo Padre Fray Joseph Mezquia". Madrid, 1744.
Carta Pastoral a todos los Eclesiásticos del Obispado de Solsona, Barcelona, 1748. Un volúmen en 41, de 72 páginas. Divide la Pastoral en dos partes: 10 Para los Curas Párrocos; 20 Para los sacerdotes en general.
Documents, y Avisos Espirituals..., dirigits á sos Amats en JesuChrist tots los Faels Christians del Bisbat de Solsona...".
Decreto Judicial, y Pastoral en su Original latino, y con su Traducción castellana, del Ilustrísimo Señor Don Fr. Joseph de Mezquía, etc. Obispo de Solsona, etc: En que autentica el Prodigio, e Identidad, y promueve el Culto, y Devoción de la Sagrada Imagen de la Virgen del Incendio; Venida en este año 1765, con singulares Providencias de Indias a España, para ser colocada en la Capilla de la Purísima Concepción de la Iglesia de la Compañía de Jesús en la Ciudad de Cervera". Cervera, en la Imprenta de la Real Universidad, 1765. Un volúmen en 121, 32 páginas.
Recuerdos suyos son varios relicarios que donó a las iglesias de San Juan y de Santa María, interesándose por asuntos del pueblo que el Ayuntamiento le encargara en varias ocasiones.
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Jesús María Alday (ed.)
Jesús María Alday es Misionero Claretiano. Nacido en Salvatierra (Alava). Doctor en Teología Espiritual y Licenciado en Psico-pedagogía. Profesor del Instituto de Teología de la Vida Consagrada, autor de numerosas obras de psicología y formación. Gran experto de acompañamiento espiritual y vocacional, sobre todo en el ámbito de la vida consagrada, tanto masculina cuanto femenina. Activo durante muchos años en el campo formativo como Maestro de Novicios.
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